Santiago & Virginia
Historia de un chico y una chica
jueves, 3 de abril de 2008
domingo, 30 de marzo de 2008
Al terminar la película, conversamos un rato. Nos burlamos un poco del miedo del otro hasta que recordé que no tenía planeado estar allá (le había cortado una llamada a Camila... supongo que no se molestará, pasé la tarde con ella).
sábado, 29 de marzo de 2008
Está anocheciendo y estoy sola.. nunca estuve sola en una casa. En el departamento en la ciudad era distinto, me sentía más segura.. no cualquiera podía ingresar al edificio. Pero ahora.. sola en esta casa de dos pisos en medio de la nada.. tengo miedo de que alguien entre durante la noche. Ya sé que es un pueblo tranquilo, pero.. no quiero estar sola. Quiero llamar a Santiago, pero la luz de su cuarto no está encendida. No me animo, no quiero llamarlo y que no esté. ¿Qué hago?
viernes, 28 de marzo de 2008
Además, me adelantó algo y es por ello que escribo hoy. Luego de cansarnos por correr en el patio (ella me perseguía porque la había estado molestando con sus miedos infantiles), me dijo que había hablado con unos amigos ya graduados del colegio. Le contaron que los profesores de matemática y biología (y a veces el de historia) siempre toman "pruebas sorpresas" en la tercera semana de clases.
Le hice caso y estudié durante esta semana y todo salió sorprendentemente bien. Tomaron prácticas de matemática, biología y cine. Estuve bastante preparado para los dos primeros. De cine había repasado sólo un poco, pero igual pude responder bastante del examen (poco importa que crea que cine es ver películas y no estudiar historia).
No podía parar de sonreír luego de tantos aciertos en la semana. Ahora mismo llamo a Cami para agradecerle
(Unos minutos después):
Camila. Mañana. Café. Helados. 4:45pm. Yay
jueves, 20 de marzo de 2008
"Vuelvo luego de una semana al blog... es difícil continuar esto. Parece que quieren enseñarnos en un año lo que les faltó en los cuatro anteriores"
"Trabajoso y cansador sí, Santiago, pero difícil no creo... es cuestión de organizarse [sonríe]"
jueves, 13 de marzo de 2008
Además, tengo que hacer un trabajo importante para el final del semestre del que ni siquiera entendí bien las características. Es un trabajo grupal y no conozco a mucha gente. Sin embargo, lo peor de todo es que a los que sé quiénes son, los puedo dividir en dos grupos:
a) Aquellos a los que no conozco mucho y creo que ya tienen grupo;
b) Una chica de pelo largo y oscuro que ya no me habla.
martes, 11 de marzo de 2008
Ingrata fue mi sorpresa cuando ayer me entregaron el horario definitivo:
Hablé incluso con la directora, pero me dijo que el sábado fue el cierre definitivo de las listas de alumnos. Juro que me vengaré de Guillermo. Aunque quizá no sea tan malo... ¿qué tan dificil puede ser ver unas películas y comentarlas?
sábado, 8 de marzo de 2008
viernes, 7 de marzo de 2008
No quiero volver el lunes. Me siento más sola que nunca, Santiago apenas me habla -más allá de un saludo-, y aunque Damián vive pegado a mi lado.. tampoco hablamos mucho. Me siento desconectada del mundo. Desearía que las horas pasen más rápido.
Al menos ahora tengo los próximos dos días para olvidarme de que todavía tengo 17 años.. y no puedo elegir la vida que quiero.
lunes, 3 de marzo de 2008
Me desperté demasiado temprano hoy y no pude seguir durmiendo. Mirando el lado bueno, todavía tengo una hora y media para arreglarme antes de salir.
domingo, 2 de marzo de 2008
Como buenos perdedores, el equipo que sufrió dos goles y no hizo ninguno (o sea, yo y otros) en el partido pasado tuvo que pagar las bebidas. Entre los recuerdos, bromas y planes futuros, el tiempo no se demoraba en avanzar en mi reloj.
Entonces fue que vi a Virginia. Vestido azul, sandalias negras y su sonrisa de toda la vida. La saludé. Estreché manos con Damián que la acompañaba. Durante unos lentos minutos, palabras de los tres se sumaron al bullicio nocturno. Pero no prestaba mucha atención: me perdí entre las fugaces miradas que ambos intercambiaban entre sí y mi falta de ideas para escaparme y continuar enterándome de las "rarezas" que algunos de mis amigos habían hecho durante las vacaciones.
Fogata, canciones, gritos, amigos que intentaban arrojarme al lago (¿Virginia, recodarías aquella vez?)… una nueva fiesta del lago.
PD: Mañana clases… pereza a su máximo nivel.
Hoy a la noche hay una fiesta en el lago para despedir el verano. Damián me preguntó si podíamos ir juntos y aunque siento que sería la perfecta ocasión para acercarme de nuevo a Santiago, no pude decirle que no. Sería raro, y de todas formas no tengo ningún problema en ir con él. A veces pienso que salir con Damián es demasiado forzado. No sé si realmente quería salir con él. Estaba contenta con mi vida antes de conocerlo, no habría cambiado nada. Quizás sólo necesitaba una distracción para olvidar que Santiago por momentos me ignoraba (o se iba de viaje sin avisar..). Me siento rara, ahora ni siquiera quiero ir a la fiesta. Pasaría mi última noche de vacaciones viendo una serie metida en mi cama, perdiéndome en otro mundo.
sábado, 1 de marzo de 2008
viernes, 29 de febrero de 2008
Al principio no quise ir al partido, pero no pude inventar una excusa creíble y fui. Y bueno... Damián es genial.
jueves, 28 de febrero de 2008
Pasamos todo el día juntos, y por suerte no volvió a tocar el tema. Estuvo todo bien hasta que propuso ir al cine más a la noche. Le dije que no podía, había quedado con Damián. Y entonces, Santiago hizo mi más temida pregunta.
-¿Estás saliendo con ese chico?
No dije nada por unos segundos. ¡Define “salir”! No estaba “saliendo” con Damián, habíamos salido un par de veces, pero... no estaba del todo segura si le interesaba en ese sentido.
-Sí- dije. No estoy muy segura por qué. Creo que sólo quería molestarlo, que sintiera que me estaba perdiendo..
miércoles, 27 de febrero de 2008
martes, 26 de febrero de 2008
lunes, 25 de febrero de 2008
lunes, 18 de febrero de 2008
Prosigo: Salí de la librería y seguí caminando. Estaba llegando al centro cuando alguien me tocó el hombro mientras miraba la vidriera de un local de música. Miré hacia mi derecha y me sorprendió ver una cara desconocida. Últimamente me había acostumbrado a ver siempre a la misma gente viviendo en un pueblo tan chico. Me quité los auriculares para saludar al chico parado a mi lado. Tenía unos ojos… perfectos. Eran de un verde intenso en los que me perdí por unos segundos. Tenía una mirada definitivamente seductora, tan intensa que definitivamente me olvidé de Santiago por un momento. Ojalá hubiera durado más, no tardé en volver a sentir esa amargura que me invadía hacía días.
-Disculpa, ¿cómo te llamas?
Su voz también era perfecta, tan perfecta que sentí nervios al responderle.
Damián. 17 años. Estudiante del último año de secundaria. Futuro compañero. Alto, pelo castaño claro, casi rubio. Ojos de un verde increíble. Quedamos en salir mañana, voy a hacerle de guía por el pueblo, después de todo me sentí algo identificada con su historia. Chico nuevo, chica ya no tan nueva.. no suena mal. En este momento necesito distraerme para dejar de pensar en Santiago, y Damián parece la perfecta distracción..
domingo, 17 de febrero de 2008
Cambiando de tema, hoy a la tarde salí a dar una vuelta y vi un camión de mudanzas estacionado frente a una casa de familia a unas pocas cuadras de la mía. Me intriga saber quiénes se están mudando al pueblo. Me pareció ver a un chico de mi edad.
sábado, 16 de febrero de 2008
viernes, 15 de febrero de 2008
Ayer bajé a sentarme con Santiago en las escaleras y uno actuó más raro que el otro. Ninguno sabía qué decir. Por mi lado, yo no quería reclamarle que había estado completamente desaparecido en los últimos días, y él parecía que quería disculparse pero no se animaba. De todas formas estoy un poco más contenta. Al menos vino a verme. Terminamos viendo los fuegos artificiales juntos, en silencio obviamente. No me gusta para nada esta sensación de que las cosas no son como antes.
Quizás esta noche le pregunte si quiere ir a ver una película. Sí, definitivamente voy a hacerlo. Es la salida perfecta dado que apenas tendríamos que hablar, al menos al principio en el cine.
jueves, 14 de febrero de 2008
No quiero estar sola este año. Extraño muchísimo a mis amigas y me pone todavía peor no entender por qué Santiago no me habla.
Ya empieza a anochecer.. encerrada en casa intentando pensar en algo que logre distraerme, que me haga sentir menos sola.
Y miro por la ventana y veo a Santiago sentado en las escaleras del porche de mi casa. Y cada vez lo entiendo menos. Debería bajar supongo..
martes, 12 de febrero de 2008
lunes, 11 de febrero de 2008
sábado, 9 de febrero de 2008
viernes, 8 de febrero de 2008
sábado, 2 de febrero de 2008
Afortunadamente, Virginia se despertó justo al llegar a nuestra parada. Mientras se estiraba, todavía con los ojos cerrados, me preguntó si había pasado algo. SÍ HABÍA PASADO ALGO. Sin estar seguro si era una pregunta indirecta o no (estaba alucinando, lo sé) le dije que no, que no había pasado nada.
Luego de eso, caminamos hasta la casa de Virginia. Y, hasta el segundo en que cerró la puerta, quise decirle para vernos al día siguiente. Supongo que la llamaré o le gritaré por la ventana... lo último mejor no: su padre puede ser quién escuche mis gritos..
viernes, 1 de febrero de 2008
miércoles, 30 de enero de 2008
Mientras pensaba que yo también estaba feliz, Virginia me dijo que sentía que era uno de esos momentos en que todo era tan perfecto, que la entristecía el saber que iba a ser incomparable. Lo que dijo me pareció tan cargado de sentimiento, que me sentí "raro", medio tenso... Solté una pregunta-broma para aliviarme un poco. Virginia se la tomó muy bien, por cierto.
Luego de dudar unos segundos, la abracé. Virginia se recostó en mí y... su perfume... una sonrisa se dibujó en mi cara y comprendí lo que había dicho Virginia. Ese momento era ...¿mágico?
-Presentí que estabas despierta-. Creo que elevé las cejas por el desconcierto. -¿Podemos hablar?
-Seguro..
-Ven
Me tomó de la mano y me guió por un camino entre algunos arbustos que conducían al lago. Nos sentamos a un metro del agua, mirándonos.
-¿De qué querías hablar?- pregunté.
-En verdad no tengo nada que decir, sólo quería pasar un rato contigo.
Esta vez no pude ocultar mi sonrisa. Debemos haber estado alrededor de una hora en silencio, mirando el agua, cuando… sin pensarlo dos veces, dije:
-Ahora mismo estoy teniendo uno de esos momentos-. Hice una pausa que él interrumpió.
-¿Qué momentos?
-Uno de esos momentos en los que todo es tan perfecto que… casi me pone triste saber que nada puede compararse, que nada va a ser tan bueno como esto.
-Entonces, básicamente… ¿te estoy deprimiendo?- preguntó con un tono sarcástico.
-Sip.- dije asintiendo con la cabeza. Lo miré y me reí.
-Eres rara.- dijo riéndose él también.
Lo golpeé en el hombro infantilmente.
Pasados unos segundos Santiago pasó su brazo por mis hombros y yo me recosté contra él. Nos quedamos así hasta que amaneció. Fue entonces que decidimos volver.
Al parecer esta noche tampoco podré dormir…
lunes, 28 de enero de 2008
domingo, 27 de enero de 2008
jueves, 24 de enero de 2008
Ahora sí, quería llegar a esta parte del relato. Estábamos sentados en la misma banqueta, yo miraba el movimiento de mis manos cuando… un mechón de pelo cayó sobre mi cara y Santiago volvió a colocarlo detrás de mi oreja, rozando mi mejilla derecha en la acción. Estaba a punto de sonreír cuando me di cuenta de que era demasiada rara la situación. Lo miré sorprendida sin terminar de entender si me había acomodado el pelo por un simple reflejo, o si… pretendía acariciarme la mejilla y sólo estaba buscando una excusa. Tardé muy pocos segundos en procesar todo esto basándome en lo incómodo y avergonzado que parecía Santiago. De todas formas... en qué estaba pensando? Sabía que Santiago no me miraba de esa manera. Éramos sólo amigos… Al entender esto sentí muchas ganas de reírme, pero tenía que evitarlo. No quería hacer sentir más incómodo a mi amigo, probablemente no se había dado cuenta de lo que hacía hasta que yo dejé de tocar. Noté que él escondía las manos en los bolsillos de su campera, y sin saber qué hacer dije que debía irme, me levanté y salí del cuarto sin mirar hacia atrás.
Estaba volviendo a mi cabaña pensando en lo que acababa de ocurrir, e instintivamente apoyé mi mano sobre el sector de mi mejilla que Santiago había rozado al acomodarme el pelo. Corrí los metros que me separaban de la cabaña para mirarme en el espejo, y sí, efectivamente estaba completamente sonrojada. Ahora era yo la que se sentía incómoda… pero no pude evitarlo, tenía que reírme!
Muero de vergüenza. Sigo sintiendo mi cara caliente y he borrado esta misma frase como 10 veces porque no puedo recordar lo que acaba de pasar sin estrujarme el pelo y desear retroceder el tiempo.
Algo se me acaba de venir a la cabeza. ¿Qué estará pensando de mí en estos momentos? ¡Ahhh! ¿Atrevido? ¿Confianzudo? Probablemente los adjetivos sean más duros. ¡Ella también se sonrojó! La debo haber hecho sentir mal… ¡qué vergüenza debe estar sintiendo ella también por mi culpa!
Trataré de describir lo que paso de acuerdo mis dedos temblorosos me dejen.
Había ido a preguntar qué tendríamos de cena, cuando escuché una melodía. Alguien estaba tocando el piano de la cabaña central. Que raro –pensé–. Ese piano ha estado sin tocar desde…. ¿siempre? ¡Bah! Desde que empecé a venir acá. Sigo con el relato. Fui a ver quién tocaba esa dulce melodía. Creía haberla oído antes. Y sí: tenía razón. Cuando vi que era Virginia la que tocaba recordé que ,una vez en mi cuarto, había escuchado lo mismo que en esos momentos.
-¿Santiago?
-¿Uh? ¡Ah! Este...
-¿Qué haces ahí?
-Bueno… yo
-Ven, siéntate
No debí hacerle caso. Debí quedarme parado.
Me senté a su lado. Ella veía teclas blancas y negras. Yo la veía a ella. De pronto, un mechón dejó de sujetarse a su oreja. Cayó sobre su ojo. Acerqué mi mano lentamente. Pude volverlo a su sitio. Pero al retirar mi mano, rocé suavemente su rostro. En ese instante, yo me di cuenta de lo que hacía. Rápidamente, oculté mi mano dentro de mi campera. Pero ya estaba todo hecho. Ante la mirada sorprendida de Virginia empecé a tornarme rojo. Ella, también. No podía seguir soportando su mirada (sentí que fueron horas) y me paré. Creo que ella se reía: la vi sonreír. De alguna manera, ella terminó saliendo y yo me desplomé sobre la silla de la computadora.
lunes, 21 de enero de 2008
miércoles, 16 de enero de 2008
Mi día comenzó cuando a las 7:30 a.m. sonó el despertador. Me duché mientras las otras chicas continuaban durmiendo y por primera vez en mucho tiempo presté atención a las gotas de agua impactando en mi piel. Como todavía era temprano cuando terminé de cambiarme decidí dar un paseo por el bosque. Tomé mi cámara de fotos y me encaminé hacia el arroyo que había a unos cuantos metros cerca de las cabañas de chicas. Debo haber estado un poco menos de una hora sobre el puente que lo atravesaba, observando el correr lento del agua, las rocas a los alrededores y algunas monedas perdidas en el fondo que brillaban cuando el sol se reflejaba en ellas. Cuando escuché las campanadas que despertaban al campamento me apresuré para llegar a la cabaña central a tiempo. Algunos chicos ya se habían sentado para desayunar. Otros en cambio todavía no aparecían. Vi entrar a Santiago y le sonreí. Se sentó a mi lado sin decir nada y apoyó su frente sobre la mesa de madera con la evidente intención de seguir durmiendo. No me atreví a despertarlo. Me había encantado que se sentara al lado mío. No pude evitar sonreír al pensar en eso.
Al finalizar el desayuno alrededor de las 10 de la mañana, se hizo el anuncio de la búsqueda del tesoro. El juego comenzaría a las 10.30 a.m. en punto cuando los dos equipos recibieran la primera pista que guiaría a una siguiente. Me correspondió ser del equipo rojo y a Santiago del azul. Me apenó un poco no estar en el mismo. La primera pista que nos tocó al equipo rojo fue una frase en un trozo de papel dentro de un sobre que nos entregaron los profesores:
Fuente que a sí misma se debe
Y fluye con más abundancia
Cuanto más de sus aguas se bebe."
Recuerdo que nos miramos entre todos sin comprender. Una chica, Sofía, dio vuelta el papel y vimos el número 406 escrito en el centro. Se escuchó una voz que no llegué a identificar diciendo que debería ser el número de pista. Alguien más sugirió que podría ser un camino, pero nadie recordaba que estuvieran numerados. Guille, un amigo de Santiago, propuso analizar el texto en el papel. Empezamos a discutir que la mención de agua podría significar que la pista debería encontrarse cerca o en alguna fuente de agua como el lago, el arroyo o el mar. Guille comenzó a leer en voz alta el texto para que todos escucharan, pero antes de que pudiera terminar la segunda línea un chico con anteojos que se encontraba a mi izquierda finalizó el relato en su lugar sin mirar el papel.
-¿Lo conoces?- preguntaron varios con caras desconcertadas.
-Es el mensaje de las aguas que traduce Fújur en una aventura con Bastián y Atreyu para que puedan continuar el camino.
Nadie dijo nada.
-Es una cita de La Historia Interminable
Muchos levantaron las cejas mirándolo con expresión de desconfianza. El chico bajó la cabeza para mirar el suelo. El pelo le cubrió la cara y entonces lo reconocí. Siempre estaba en un rincón de la sala común escondido en algún libro.
-Hay que dividirnos en tres grupos. Unos deben ir al arroyo, otros al lago y el último grupo al mar. No encontramos aquí en una hora.- dijo Guille.
-¡Esperen!- grité sin pensar. Varios que ya se habían encaminado para irse se detuvieron.- Quizás..- titubeé.- Quizás esa es la clave, el fragmento del libro. Podríamos buscarlo en biblioteca antes de encaminarnos a las aguas. No perdemos nada.
Guille entrecerró los ojos al mirarme. Me dio la impresión de que mi plan no le había agradado en absoluto. Pero la mayoría se acercó respaldando mi idea.
-¿Cómo te llamas?- le pregunté al chico de anteojos.
-Martín.
-¿Sabes dónde está la biblioteca?- le pregunté.
-Por supuesto.- dijo.
A continuación, todos nos dirigimos a la biblioteca. Martín no tardó en encontrar La Historia Interminable de Michael Ende en la mitad del tercer estante. Abrió el libro y comenzó a hojearlo buscando la frase.
-No recuerdo en que página está.
-Fíjate en la 406.- dije con una intuición.
-¡Aquí está!- gritó sosteniendo triunfante en la mano un papel.
Guille se lo quitó de la mano y sin decir nada salió de la biblioteca. Todos lo seguimos al comedor y nos sentamos en una mesa a observar el papel que habíamos encontrado dentro del libro.. que misteriosamente estaba en blanco. Nadie sabía que hacer y recién luego de veinte minutos de reflexión Andy sugirió que esa pista podría conectarse con la anterior. Sin dudarlo, Guille buscó un vaso de agua y volcó la mitad sobre el papel. La mayoría del grupo gritó, pero las voces se fueron apagando al ver como un mapa se iba dibujando en la hoja. Se escucharon comentarios sobre cómo podía ser que a nadie se le hubiese ocurrido hacer eso antes. Al parecer era muy común la tinta invisible en pistas de la búsqueda del tesoro.
El grupo entero se encaminó al punto que estaba marcado con una cruz en el mapa: la cabaña número seis, curiosamente la de Santiago y sus amigos. Guille se resistió bastante a dejarnos entrar para buscar la siguiente pista, pero él era el único de esa cabaña, por lo que ganó la mayoría. La mitad del equipo se dedicó a buscar en los alrededores de la cabaña, y la otra mitad dentro de ésta. Al entrar sentí que, de alguna manera, estaba invadiendo a Santiago. Mientras Guille y otros dos chicos buscaban en los muebles, yo me enfoqué en la mesa de luz de mi amigo. Por más que no dejaba de sentir que lo que estaba haciendo no era correcto, no iba a perder la oportunidad de espiar.
Debajo de la cama de Santiago hallé un block de hojas de dibujo con unos cuantos bocetos. Dejé de respirar por unos segundos cuando encontré un retrato mío. Era tan idéntico que me asustó. No tenía idea de que Santiago me hubiera dibujado. No sabía qué pensar. No estaba segura si decirle algo, pero en cuanto comprendí que no debería haber visto esas ilustraciones decidí olvidar lo sucedido.
Volviendo a la búsqueda del tesoro… unos chicos encontraron una caja de madera debajo de las escaleras de la cabaña. La caja contenía una llave y la indicación de dirigirnos a la playa. Después de media hora de caminata llegamos a los acantilados y descendimos a la playa por el camino lateral. Era increíblemente perfecta la vista. Nunca fui amante de la playa, pero la tranquilidad que me transmitió ese lugar me despertó ganas de regresar y caminar en la orilla mojándome los pies.
La pista en la playa nos condujo de vuelta al comedor para almorzar.
La Búsqueda continuó, pero sólo pude compartir unos momentos con Santiago. Anochecía y mi equipo estaba en plena búsqueda de un grabado en un árbol de un trébol de cuatro hojas. Mientras exploraba los árboles en el sector que me correspondía encontré a Santiago recostado contra un tronco. Al principio supuse que también estaba buscando una pista, pero su pose y expresión de despreocupado y a la vez pensativo me hicieron dudar. Me senté a su lado, me contó que esta era la primera vez que perdía interés en el juego, dado que sentía que la búsqueda no era por diversión, sino sólo para ganar.
-No sé qué decir.- dije al cabo de un rato.
-No es necesario que digas nada.- me dijo sonriendo. –A todo esto, ¿qué haces por aquí?
-Tengo que ubicar un grabado en un árbol, un trébol de cuatro hojas.
-Así que un trébol de cuatro hojas - repitió en un tono misterioso. -Sígueme..
Caminamos unos cuantos metros hasta llegar a un árbol con un perfecto grabado de un trébol de cuatro hojas y un sobre debajo.
-Mira, ahí está tu pista.- dijo tendiéndome el sobre.
Sonreí. De repente sentí mucho frío y no pude evitar temblar. Definitivamente estaba refrescando. Tuve la impresión de que Santiago quería ofrecerme su campera, y quizás fue el grupo de personas del equipo rojo que se aproximaban lo que lo detuvo. Él desapareció entre los árboles y yo me uní nuevamente a mi equipo.
La Búsqueda del Tesoro finalizó ya de noche. Anunciaron al equipo ganador en la sala común y luego hubo una cena de celebración. Apenas terminé me levanté de la mesa y salí a tomar algo de aire fresco. El frío me obligo a resguardar mis manos en los bolsillos de ese abrigo abandonado que no usaba hacía años. Para mi sorpresa encontré una moneda. Jugué unos instantes con ella entre los dedos y entonces se me ocurrió ir al arroyo y pedir un deseo.
Estaba ya en el puente mirando el correr del agua cuando se acercó Santiago, haciéndome compañía en silencio.
Pasaron unos minutos y sentí la necesidad de interrumpir ese silencio.
-¿Tienes una moneda?.-le pregunté.
-No, dejé todo en mi cabaña.-dijo con cierta amargura
Lamenté entonces no poder pedir ambos un deseo.
-Lancemos mi moneda juntos.- sugerí, pero Santiago no pareció sentirse cómodo con la idea dando una excusa tan absurda que me hizo reír al punto de dejar caer la moneda en el agua.
Hablamos un rato más antes de regresar. Al volver, una vez recostada en la cama sentí una extraña necesidad de escribir sobre este día y me encaminé a la sala común deseando que nadie estuviera ocupando la computadora.
domingo, 13 de enero de 2008
Al regreso, varias horas después de nuestra partida, cuando estábamos por entrar a la cabaña principal vi que Virginia estaba sola en las escaleras de su cabaña. Me acerqué a ella y me senté a su lado. Cuando le pregunté qué pasaba, me respondió secamente que no podía adentrarme en el bosque sin avisarle a nadie.
-Ni que necesitara permiso - le dije - además nadie debió notar nuestra ausencia
-Yo la noté-respondió
Antes de que se levantara y entrara a su cabaña sin decir más, pude ver como se sonrojaba ligeramente.
Fue en ese momento que me di cuenta que había pasado muy poco tiempo con Virginia desde que llegamos al campamento. Habíamos venido juntos, debería compartir más tiempo con ella... ¿verdad?
Tratando de reivindicarme, fui a buscarla para ir juntos a escuchar historias de terror al bosque. A pesar de que en un principio se fastidió al verme (me recibió con un álgido "¿qué haces acá?"), luego de unos instantes estuvimos caminando juntos.
Creo que Virginia la pasó bien. Al regreso cruzamos algunas palabras y la noté más animada. Ojalá no me equivoque.
sábado, 12 de enero de 2008
-¿Qué sucede?
-¿En qué estabas pensando? ¿Adentrarte en el bosque sin avisarle a nadie?
-Ni que necesitara permiso, y además.. nadie debe haber notado nuestra ausencia.
-Yo lo noté.- Sin decir más subí los pocos escalones que me separaban de la puerta de la cabaña y entré sin mirar hacia atrás.
Más tarde llamaron a la puerta. Estaba sola leyendo en la cama. Andy, Jenny y Allie habían ido al bosque con el resto del grupo. Me levanté y miré por la ventana. Abrí la puerta bruscamente e intentando sostenerle la mirada pregunté,
-Qué haces aquí?
Santiago carraspeó ignorando mi antipatía.
-Es noche de historias de terror y estaba pensando en que podríamos ir juntos al bosque. Todos los años solemos sentarnos en los troncos caídos en un sector de un claro y escuchamos historias. No quisiera que te lo perdieras.
No dije nada.
-Te aseguro que vale la pena. Además - dijo titubeando- ... si no pasas un buen rato prometo compensarte.
Quería sonreír, pero pude controlarme. Tomé un abrigo y sin decir nada caminé a su lado.
jueves, 10 de enero de 2008
Hoy terminamos de planear nuestra "incursión". Si no surge ningún inconveniente, nos vamos a adentrar en el bosque en 2 días más, antes de la noche de historias de terror. El plan es salir antes del amanecer, atravesar la cancha de fútbol y, luego de cruzar cierta espesura, llegar al camino. Desde allí nos dirigiremos al sector del bosque que está próximo a las montañas. Sabemos que es el camino más largo, pero es el más seguro: nadie nos podrá ver.
martes, 8 de enero de 2008
domingo, 6 de enero de 2008
El resto del día pasó rápido. Estuve hablando con mis amigos sobre todo lo que habíamos hecho durante el año. Estábamos tan entretenidos escuchando las historias de otros que seguimos hablando después de la cena, hasta que uno por uno, ya en nuestra cabaña, nos empezamos a quedar dormidos.
sábado, 5 de enero de 2008
Mientras nos encaminábamos a la estación de buses Santiago me contó de campamentos de veranos anteriores. Al llegar nos sentamos a esperar el próximo bus. Las dos horas de viaje parecieron mucho menos. Me entretuve tanto que perdí la noción del tiempo y antes de darme cuenta ya habíamos llegado. Al entrar al campamento unos amigos de Santiago vinieron a recibirnos. Luego de presentarme, Santiago me indicó dónde quedaban las cabañas de chicas. Me hubiera gustado que me acompañara, pero se lo veía muy ansioso por estar con sus amigos. Golpeé en una de las cabañas y una chica de pelo castaño, largo por la cintura abrió la puerta y me invitó a pasar. Soy Andy, me dijo antes de indicarme la última cama libre. Apoyé una maleta sobre el acolchado y me senté. Se acercaron dos chicas más: Allie y Jenny; entre las cuatro acomodamos nuestras cosas y decoramos la cabaña. Me divertí muchísimo, no esperaba que fuera tan fácil hacer amigas.
A la noche hubo una cena de bienvenida. Vi de lejos a Santiago hablando con sus amigos por lo que no me acerqué. Decidí sentarme al lado de Andy y dejar de pensar en él. Cuando terminamos de cenar, Andy y Jenny me mostraron la cabaña central. En la sala de estar hay dos computadoras, lo cual me sorprendió. No creí que pudiera seguir publicando en el blog desde el campamento.
Estoy cansada, debería acostarme. Último pensamiento del día: estoy algo decepcionada, creí que pasaría más tiempo con Santiago. Quizás no me habló desde que llegamos porque está demasiado entusiasmado poniéndose al día con sus amigos.
viernes, 4 de enero de 2008
martes, 1 de enero de 2008
Y al no poder tolerar más el sonido de las agujas del reloj, me levanté y abrí la puerta de entrada. Salí sin cerrarla y observé desde el porche lo despejado que estaba el cielo. Inconscientemente recuerdo haberme mordido el labio inferior, una de mis tantas costumbres que reflejan mi ansiedad. Unos pocos segundos después noté que la puerta de la casa vecina se abría. Vi salir a Santiago y sonreí. Se acercó y nos sentamos en las escaleras sin decir nada. La alarma que había programado para medianoche interrumpió el silencio y una lluvia de fuegos artificiales dominó repentinamente la noche. Miré hacia arriba deslumbrada, pero lo que más me sorprendió fue que Santiago me diera un beso en la mejilla. Dejé de observar el cielo para mirarlo a los ojos. Sonreí de nuevo y sin pensarlo dos veces apoyé mi cabeza sobre su hombro.
jueves, 27 de diciembre de 2007
martes, 25 de diciembre de 2007
Ayer fue un día corto: al igual que hoy también me levanté tarde, luego salí a caminar y volví unos minutos antes de que Santiago golpeara en mi puerta. Estuvimos juntos hasta que empezó a oscurecer. Cuando se fue me quedé pensando en él... nunca había notado que tenía pecas.
Feliz navidad.
Ayer pasé un rato a saludar a Virginia. Le compré unas galletas (espero le hayan gustado). Ella me invitó a tomar un poco de chocolate que acababa de hacer. Estaba delicioso. Lo malo fue que me ensucié el pantalón. Lo traté de ocultar, espero que Virginia no se haya dado cuenta.
En la noche la pasé con toda mi familia. Vinieron mis abuelos, mis tíos y mis primos... Comimos, hablamos y reímos un poco.
sábado, 22 de diciembre de 2007
martes, 18 de diciembre de 2007
lunes, 17 de diciembre de 2007
sábado, 15 de diciembre de 2007
viernes, 14 de diciembre de 2007
martes, 11 de diciembre de 2007
lunes, 10 de diciembre de 2007
Seguiré pensando para que no le falte nada en el campamento.
viernes, 7 de diciembre de 2007
miércoles, 5 de diciembre de 2007
lunes, 3 de diciembre de 2007
Pensé en Virginia, que seguro se va a aburrir todo el verano en su casa dado que no conoce a casi nadie; sin embargo, no sé por qué no me animo a llamarla...
domingo, 2 de diciembre de 2007
sábado, 1 de diciembre de 2007
viernes, 30 de noviembre de 2007
miércoles, 28 de noviembre de 2007
¡¡Voy a estar libre en las vacaciones!!
Recién escribo porque mi personal tuvo serios problemas estos días... creo que empezó a fallar el día que estudié con Virginia. A pesar de ello, me divertí mucho esa tarde: jamás había reído tanto y comprendido biología al mismo tiempo. La pasé genial con ella.
Empiezo a comparar el primer día que la vi con ayer, que fue nuestro examen. Definitivamente nos hemos vuelto muy buenos amigos: me alegro de haberla conocido.
jueves, 22 de noviembre de 2007
martes, 20 de noviembre de 2007
lunes, 19 de noviembre de 2007
No debí mirar por la ventana, porque fue así que vi a Virginia en su cuarto, le hice señas de bajar y luego de ir a su porche corriendo (para no mojarme mucho ...la lluvia estaba intensa) la invité a mi casa a ver una película.
Espero que ella la haya pasado tan bien como yo. Aunque no creo. Se asustó con algunas escenas de la película mientras yo sonreía. Creo que daba más miedo por el sonido de las gotas de la lluvia que chocaban contra la ventaba.
Quedamos en estudiar biología el jueves. Ojalá no nos vaya tan mal como con el trabajo en el bosque.
domingo, 18 de noviembre de 2007
Necesito escribir sobre ayer a la noche. Eran cerca de las 10 pm cuando Santiago me llamó por teléfono. Fue completamente inesperado. No imaginé que querría seguir hablando luego de haber pasado toda la tarde juntos. Conversamos por horas y fue tan mágico. Hablamos de nuestros pasados, planes futuros, sueños, miedos, deseos, me contó historias del pueblo, y cuando nos estábamos despidiendo me preguntó si querría estudiar biología con él en la semana. Después de cortar intenté dormirme, pero aunque estuviera cansada no podía conciliar el sueño. Me quedé leyendo en la cama, pero me costaba concentrarme. Todavía no podía creer que nos hubiéramos vuelto amigos en tan sólo unos días. Cansada de leer la misma línea por quinta vez sin encontrarle sentido alguno, me paré y me acerqué a la ventana. Vi como las cortinas de la habitación de Santiago terminaban de cerrarse. Apoyé una mano sobre el vidrio, pero fue inútil.
sábado, 17 de noviembre de 2007
Sábado, las 09:00 pm y recién ahora empieza a anochecer. Hoy fui al colegio a la tarde para la devolución de notas de los exámenes finales. Malas noticias: debo rendir biología en diciembre junto a 7 compañeros más (entre ellos Santiago). Cuando lo vi en la entrada me acerqué a saludarlo, y no sé por qué, pero por un momento me puse nerviosa. Ayer apenas habíamos hablado, lo que me alteró todavía más. Después de la tarde del jueves no sabía qué esperar. Quiero que seamos amigos, pero me preocupa que se sienta incómodo. Quizás pienso mucho las cosas, pero tengo miedo de que se sienta presionado si me acerco a saludarlo cada vez que lo veo. Tengo la impresión de que el otro día en el lago le di a entender que quería más atención y compañía suya. En fin, mientras me acercaba, justo cuando creí que iba a empezar a temblar por los nervios, Santiago sonrió y me preguntó si quería ir a tomar algo. Fuimos a una heladería que había abierto hace poco en el centro del pueblo. Pedimos unas malteadas y hablamos por horas. Hacía mucho tiempo que no sentía tan cómoda con alguien siendo yo misma.
El jueves, luego del examen de física, vi a Virginia un poco decaída. Pensé que se le iba a pasar, pero al salir (mientras hablaba con unos amigos sobre el viaje que planeamos para vacaciones) la vi caminando sola. Me despedí de ellos y fui tras ella para preguntarle qué tal le había ido en el examen. Débilmente me dijo “bien”. Me devolvió la pregunta y le tuve que decir la verdad: “No me fue extraordinariamente…pero sí apruebo”.
El silencio se instauró en nosotros luego de saber cómo nos había ido ese día. Traté de hablar, pero antes de abrir la boca me decía interiormente que mejor debía permanecer callado. Me sentí muy incómodo con el silencio, y fue por ello, que sin pensarlo mucho, la agarré de la mano y empecé a correr. Decidí llevarla al lago para que se le suba el ánimo, no me gustó verla triste.
Cuando llegamos, nos sentamos en el muelle mirando el agua. Estuvimos hablando animadamente hasta que empezamos a discutir.
-Santiago-, me preguntó, -¿por qué no hablamos así en el colegio?-
-No seas exagerada-, le dije, -en el colegio sí hablamos.-
Me miró disgustada mientras me decía que desde que me contó lo de su mamá no habíamos cruzado más de dos oraciones seguidas.
-Escucha Virginia-, le dije tratando de tranquilizarla, -es por eso que te traje acá, para poder hablar lo que no hemos podido hablar en el colegio.-
No sé si lo dije mal o ella se lo tomó erróneamente. El hecho fue que Virginia (muy enojada) se paró mientras me preguntaba si sólo era su amigo cuando estábamos solos, lejos de las miradas de otros. Negué eso rotundamente, pero ya no me estaba escuchando.
No pude reaccionar rápidamente cuando vi que resbaló. Tampoco pude aguantar mi risa cuando oí su grito mientras caía al agua. Aún tratando de no reírme; me agaché y le ofrecí mi mano para ayudarla a subir y Virginia, sin mirarme, estiró su brazo para alcanzarla. Pude notar una sonrisa en sus labios, y cuando estuve en el agua luego de que me jalara, entendí el por qué de su gesto de felicidad.
Me enojó mucho que hubiera hecho eso, pero entendí que lo había hecho de buenas intenciones, así que me relajé y simplemente empecé a nadar. Quise nadar por poco tiempo porque me preocupó que Virginia se enfermara o algo así, pero al verla feliz, nadando también, decidí quedarme un poco más.
Yo salí antes que ella, me quité la campera que tenía puesta y la extendí esperando que se secara aunque sea un poco.
Volvimos completamente mojados, yo con mucho frío porque Virginia se puso mi campera (la obligué).
Llegué a mi casa cuando ya estaba oscureciendo. Tomé una ducha antes de sentarme a estudiar biología pero fue inútil, no pude concentrarme. Me reía solo recordando la caída de Virginia y su astucia para jalarme... y lo bien que la pasé esa tarde.
A la hora de la verdad, en biología, pasó lo que tenía que pasar. Lo poco que respondí no creo que haya sido suficiente. En fin, dentro un rato tengo que ir al colegio para ver mis resultados.
jueves, 15 de noviembre de 2007
Jueves por la tarde, tengo tanto que contar! Antes que nada un informe de la semana: el lunes rendí bastante bien matemática.. no era muy complicado el examen. El martes me fue excelente (inglés), el miércoles tuve geografía… tengo que admitir que no me fue del todo bien, y hoy rendí física.. podría haberme ido mejor.
Ahora sí, gran relato de esta tarde!: Apenas sonó el timbre busqué unos libros de mi casillero y salí del colegio. Estaba algo preocupada por biología (nunca fue mi fuerte). Santiago estaba en la entrada con sus amigos. Intenté no mirarlo. Caminé hacia mi casa. Había dado tan sólo unos pasos cuando Santiago apareció a mi lado. Me preguntó cómo me había ido en el examen. Me sorprendió su actitud, no esperaba ese interés de su parte. Le contesté que bien en un tono de voz algo apagado y le devolví
Me costó reconocerlo de día. Era el mismo lugar de la fiesta de hacía unas semanas. Fuimos hasta el muelle y nos sentamos. Creí que la conversación sería incómoda, pero fluyó como nunca antes. Sentí que lo conocía desde hacía años. Era tan simple, tan fácil estar juntos y hablar.
Pero… era evidente que ese momento no podía ser tan perfecto. Cuando surgió el tema de por qué estábamos allí, de por qué nunca hablábamos en el colegio, Santiago me dio a entender que no hablaba conmigo en público porque sólo era su amiga cuando estábamos solos. A eso le siguió una pelea, y antes de darme cuenta, cuando me paré mientras discutía, me resbalé y caí al lago. Afortunadamente el agua no estaba fría.
Santiago dejó de reírse en cuanto vio mi expresión. Se disculpó al instante y me ofreció su mano para ayudarme a subir. No lo llamaría astucia, de hecho fue bastante inmadura mi acción: tomé su mano y lo tiré al agua conmigo. Después me arrepentí, pero nos divertimos tanto nadando que mis preocupaciones desaparecieron… al igual que mi sentido del tiempo.
Pasaron horas hasta que volvimos. Se había hecho de noche, estábamos empapados y ante el riesgo de que me enfermara Santiago me prestó su campera. Caminamos sin hablar y nos despedimos en la entrada de mi casa. Me sonrió y le devolví