miércoles, 30 de enero de 2008

Estaba acostada en mi cama sin poder dormir, mirando el techo, dando vueltas, suspirando, cerrando los ojos, abriéndolos nuevamente. No podía dejar de pensar en qué pasaría en esta última semana de campamento, en el regreso, en el nuevo año escolar. Y antes de darme cuenta… estaba pensando en él. Me obligué a cerrar los ojos, la luz de afuera me distraía aún más. Definitivamente iba a ser una de esas noches en las que no podría dormir. Me incorporé y consideré salir a tomar un poco de aire fresco. Necesitaba despejarme. Las otras tres chicas estaban dormidas, por lo que procuré hacer el menor ruido posible. Cerré la puerta de la cabaña detrás de mí con la mayor delicadeza posible y me senté en los escalones. Eran cerca de las 3 a.m., el campamento entero estaba a oscuras. Empezó a hacer frío y por un momento me sentí completamente sola. Decidí volver a entrar a la cabaña cuando de repente vi que alguien se acercaba caminando. Sonreí al ver que era Santiago y automáticamente me mordí el labio inferior para ocultarlo.
-Presentí que estabas despierta-. Creo que elevé las cejas por el desconcierto. -¿Podemos hablar?
-Seguro..
-Ven
Me tomó de la mano y me guió por un camino entre algunos arbustos que conducían al lago. Nos sentamos a un metro del agua, mirándonos.
-¿De qué querías hablar?- pregunté.
-En verdad no tengo nada que decir, sólo quería pasar un rato contigo.
Esta vez no pude ocultar mi sonrisa. Debemos haber estado alrededor de una hora en silencio, mirando el agua, cuando… sin pensarlo dos veces, dije:
-Ahora mismo estoy teniendo uno de esos momentos-. Hice una pausa que él interrumpió.
-¿Qué momentos?
-Uno de esos momentos en los que todo es tan perfecto que… casi me pone triste saber que nada puede compararse, que nada va a ser tan bueno como esto.
-Entonces, básicamente… ¿te estoy deprimiendo?- preguntó con un tono sarcástico.
-Sip.- dije asintiendo con la cabeza. Lo miré y me reí.
-Eres rara.- dijo riéndose él también.
Lo golpeé en el hombro infantilmente.
Pasados unos segundos Santiago pasó su brazo por mis hombros y yo me recosté contra él. Nos quedamos así hasta que amaneció. Fue entonces que decidimos volver.
Al parecer esta noche tampoco podré dormir…

No hay comentarios: