sábado, 5 de enero de 2008

Lo primero que pensé al despertarme fue "¡al fin llegó el día!". Ya tenía todas mis cosas empacadas, por lo que sólo debía ducharme y esperar a que Santiago me pasara a buscar. Cerca de las 9 golpearon en la puerta. Recibí a Santiago con 5 maletas y un bolso de mano. Indescriptible la expresión de su cara cuando vio la cantidad de equipaje que llevaba.
Mientras nos encaminábamos a la estación de buses Santiago me contó de campamentos de veranos anteriores. Al llegar nos sentamos a esperar el próximo bus. Las dos horas de viaje parecieron mucho menos. Me entretuve tanto que perdí la noción del tiempo y antes de darme cuenta ya habíamos llegado. Al entrar al campamento unos amigos de Santiago vinieron a recibirnos. Luego de presentarme, Santiago me indicó dónde quedaban las cabañas de chicas. Me hubiera gustado que me acompañara, pero se lo veía muy ansioso por estar con sus amigos. Golpeé en una de las cabañas y una chica de pelo castaño, largo por la cintura abrió la puerta y me invitó a pasar. Soy Andy, me dijo antes de indicarme la última cama libre. Apoyé una maleta sobre el acolchado y me senté. Se acercaron dos chicas más: Allie y Jenny; entre las cuatro acomodamos nuestras cosas y decoramos la cabaña. Me divertí muchísimo, no esperaba que fuera tan fácil hacer amigas.
A la noche hubo una cena de bienvenida. Vi de lejos a Santiago hablando con sus amigos por lo que no me acerqué. Decidí sentarme al lado de Andy y dejar de pensar en él. Cuando terminamos de cenar, Andy y Jenny me mostraron la cabaña central. En la sala de estar hay dos computadoras, lo cual me sorprendió. No creí que pudiera seguir publicando en el blog desde el campamento.
Estoy cansada, debería acostarme. Último pensamiento del día: estoy algo decepcionada, creí que pasaría más tiempo con Santiago. Quizás no me habló desde que llegamos porque está demasiado entusiasmado poniéndose al día con sus amigos.

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