jueves, 3 de abril de 2008

Por esas cosas de la vida no estoy solo en una clase que no quiero, donde sólo conozco a una chica que actúa como si apenas supiera quién soy, sino que ahora formo grupo con ella para el trabajo final.
El profesor dijo que hoy vencía el plazo para presentar los grupos. Unos chicos se pararon a entregarle una hoja. Lentamente, miré a Virginia. Ella me miraba también. Nos separaba una mesa de dos asientos. Luego de unos segundos, sin decir nada, nos sentamos en ella. Saqué un papel, escribimos nuestros nombres. El silencio total me hizo sonreír. Le dije: "Virginia, tenemos que esforzarnos... de preferencia un poco más que en biología".
Mi broma no resultó... Virginia permaneció sin mover los labios. Me la imaginé aguantándose la risa y sonreí yo de nuevo mientras me levantaba a entregarle al profesor el último grupo en formarse de la clase.
Al finalizar la clase, acordamos almorzar juntos un día de estos para empezar el proyecto. Ojalá todo resulte bien.

domingo, 30 de marzo de 2008

De pronto, escuché gritar a Virginia. Miré por mi ventana y la luz de su habitación estaba apagada. Corrí y llegé a la puerta de su casa con el corazón en la mano. Toqué varias veces. Intenté ver por alguna ventana, pero las cortinas no lo permitían. Cuando Virginia abrió la puerta, me sonreía. Creo que con vergüenza. La vi bien. No gritaba más, estaba bien. No quise que me viera excesivamente agitado, aunque quizá una gota de sudor revelaba mi secreto: paré de respirar. Utilizando el poco oxígeno que me quedaba, le pregunté  el porqué de su grito. Mientras me explicaba que gritó por una película de terror, pasaron unos 15s en que me ahogaba. Virginia me invitó a pasar. No era el momento para hablar, todo el aire de mis pulmones iba a salir. Simplemente asentí y pasé. Con un gesto, me metí al baño. Respiré, me lavé la cara y salí. 
La película era buena, me quedé a verla. Me senté junto a ella y, por momentos, la miraba abrazar el cojín en vez de la película (tengo que admitir que así yo también dejaba de ver algunas de las escenas terroríficas). 
Al terminar la película, conversamos un rato. Nos burlamos un poco del miedo del otro hasta que recordé que no tenía planeado estar allá (le había cortado una llamada a Camila... supongo que no se molestará, pasé la tarde con ella).
Lo incómodo fue que me pidió que me quedara. Le dije que no. Me quedé hasta que -creo- fingió dormirse.. nadie se duerme tan rápido luego de una película de terror! Al salir, pensé asegurar la puerta, pero recordé que solo sería posible si yo me quedaba adentro.
Si antes la relación con Santiago era rara, ahora no tengo palabras para describirla. Desde el comienzo: Estaba sola y aburrida en casa y me tentó ver una película de terror. Era casi medianoche y me asusté tanto que grité demasiado fuerte para una noche completamente calma en un pueblo sin vida nocturna. Claramente mi vecino me escuchó y corrió a tocarme la puerta. No sabía qué cara poner, cómo mirar a Santiago sintiéndome tan ridícula, pero.. curiosamente me alegró verlo. Le importé lo suficiente para asegurarse de que estuviera bien. Me preguntó por qué había gritado y lo invité a pasar. Terminó la película y nos quedamos hablando durante unos minutos hasta que se levantó para irse. Le insistí en que se quedara, pero -más frío que nunca- me rechazó la propuesta. No quiero imaginarme la cara que habré puesto, porque al instante me ofreció quedarse hasta que yo me durmiera. Preferí aceptarlo, quizás hubiera sido más incómodo si sumado a todo, ahora yo le decía que no. Me acosté en el sillón grande del living en donde habíamos estado viendo la película y cerré los ojos. Sabía que él estaba mirándome, ¡no podía dormir! De todas formas, me quedé con los ojos cerrados hasta que Santiago susurró mi nombre, y, al no haber respuesta de mi parte, se levantó y cerró la puerta detrás de él.

sábado, 29 de marzo de 2008

Mi vida no podría ser menos emocionante. El colegio me aburre desesperadamente, no tengo ningún amigo con quien realmente quiera salir o hacer algo y mi papá está de viaje.
Está anocheciendo y estoy sola.. nunca estuve sola en una casa. En el departamento en la ciudad era distinto, me sentía más segura.. no cualquiera podía ingresar al edificio. Pero ahora.. sola en esta casa de dos pisos en medio de la nada.. tengo miedo de que alguien entre durante la noche. Ya sé que es un pueblo tranquilo, pero.. no quiero estar sola. Quiero llamar a Santiago, pero la luz de su cuarto no está encendida. No me animo, no quiero llamarlo y que no esté. ¿Qué hago?

viernes, 28 de marzo de 2008

Quedé en estudiar con Camila el sábado. Y así fue, pero también fui a repasar los temas a los que yo llamo difíciles (sino imposibles) el domingo. Todo salió muy bien: Camila es genial. Es tan ordenada que ayuda a entender (casi) todo. Creo que si ella me hubiese ayudado a estudiar no tendría que haber rendido Biología en verano. ¡Ese examen fue terrible!
Además, me adelantó algo y es por ello que escribo hoy. Luego de cansarnos por correr en el patio (ella me perseguía porque la había estado molestando con sus miedos infantiles), me dijo que había hablado con unos amigos ya graduados del colegio. Le contaron que los profesores de matemática y biología (y a veces el de historia) siempre toman "pruebas sorpresas" en la tercera semana de clases.
Le hice caso y estudié durante esta semana y todo salió sorprendentemente bien. Tomaron prácticas de matemática, biología y cine. Estuve bastante preparado para los dos primeros. De cine había repasado sólo un poco, pero igual pude responder bastante del examen (poco importa que crea que cine es ver películas y no estudiar historia).
No podía parar de sonreír luego de tantos aciertos en la semana. Ahora mismo llamo a Cami para agradecerle


(Unos minutos después):
Camila. Mañana. Café. Helados. 4:45pm. Yay

jueves, 20 de marzo de 2008


Frase mía (claramente):
"Vuelvo luego de una semana al blog... es difícil continuar esto. Parece que quieren enseñarnos en un año lo que les faltó en los cuatro anteriores"
Sin embargo, he estado pensando gracias a una gran amiga de años (Camila o Cami... creo haber escrito de ella anteriormente). Según ella:
"Trabajoso y cansador sí, Santiago, pero difícil no creo... es cuestión de organizarse [sonríe]"
He ido tantas veces a su casa de niño que ya no puedo contarlas. Junto con otros chicos del barrio nos juntábamos a jugar lo que la imaginación nos permitiera. Luego, algunos se mudaron, otros se distanciaron y dejamos de vernos seguido. El sábado luego de algún tiempo la visitaré de nuevo. Ya no para corretear por su patio, sino para estudiar. Les llevaré algo a sus padres, siempre me trataron muy bien.

jueves, 13 de marzo de 2008

Hoy me enteré que Santiago también está en la clase de cine de los jueves. ¿De cuatro cursos eligió el mismo que yo? Espero que no siga siendo incómodo el resto del año, pero.. dudo que volvamos a hablar como antes. Siento que ya no es el mismo chico del verano, y lo más importante: definitivamente yo no soy la misma. A veces pienso en hablarle, pero no sé qué decir. De hecho, no logro recordar qué teníamos en común hasta hace un mes, cómo era tan fácil ser su amiga.. y ahora ambos somos indiferentes al otro. No quiero creer que dejé de interesarle, pero a veces Santiago es tan raro que no puedo entender qué quiere conmigo. Creí que éramos amigos, creí que ya no tenía por qué sentirme sola, creí que le importaba. Y ahora me cuesta tanto mirarlo a los ojos, me hace.. extrañarlo. Lo miro y lo siento tan distante que me duele. Y lo peor: no hay nada ni nadie que me haga sentir mejor. Apenas estoy hablando con Damián, creo que en el fondo lo estoy resintiendo. Sé que no es su culpa que yo haya dejado de hablar con Santiago, pero.. tampoco nos hubiéramos distanciado si Damián no hubiera aparecido en escena. Sí, tengo cinco años y necesito culpar a alguien más. Sé que es mi culpa, yo dejé de hablarle. No sé qué hacer.
¡Demonios Guillemo! No sólo me inscribe en una clase que no quería y que no es sólo ver películas ("el contexto histórico es importante", dijo el profesor), sino que ni si quiera él está ahí. Nadie de mi grupo de amigos está ahí.
Además, tengo que hacer un trabajo importante para el final del semestre del que ni siquiera entendí bien las características. Es un trabajo grupal y no conozco a mucha gente. Sin embargo, lo peor de todo es que a los que sé quiénes son, los puedo dividir en dos grupos:
a) Aquellos a los que no conozco mucho y creo que ya tienen grupo;
b) Una chica de pelo largo y oscuro que ya no me habla.

martes, 11 de marzo de 2008

El jueves en la mañana enfermé. Hablé con mi profesora tutora y me dejó volver a mi casa. Apenas llegué descansé y tomé un par de pastillas: quería recuperarme para el viernes y no perder más clases. La tutora me advirtió, sin embargo, que el jueves en la tarde era la clase de arte electiva. Me dijo que la elección se hacía en el salón de clases y no antes; así que dejé encargado con Guille que me inscribiera en Artes Plásticas. Sé dibujar, así que sería mi "materia fácil". Un par de dibujos para los exámenes y listo.
Ingrata fue mi sorpresa cuando ayer me entregaron el horario definitivo:

JUEVES 16-18h: ARTES (Opc: Cine)

 Hablé incluso con la directora, pero me dijo que el sábado fue el cierre definitivo de las listas de alumnos. Juro que me vengaré de Guillermo. Aunque quizá no sea tan malo... ¿qué tan dificil puede ser ver unas películas y comentarlas?

sábado, 8 de marzo de 2008

Sábado. Casi mediodía. Lo que comúnmente era el día de descanso ahora es día de tareas. Creo que he visto demasiadas películas en que en el último año de secundaria sólo suceden cosas divertidas. ¡Los profesores deberían tener en cuenta que es el último año no sólo de estudio, sino también de poder ver a los amigos todos los días!
Por ahora no sólo tengo que pensar en las entregas de la próxima semana, sino que la pregunta sobre qué haré al terminar el colegio ya comienza a inquietar mi cabeza... (quizá debí pensar en esto antes... un año para decidir lo que haré por los próximos 50 años no parece cumplir con la fórmula de equilibrio mecánico que acabo de utilizar para resolver un problema).

viernes, 7 de marzo de 2008

No puedo creer que todavía falte todo el año para terminar las clases. Tuve la peor semana en mucho tiempo y lo peor de todo es que ya estoy cansada, tengo muchísima tarea para el fin de semana.. y siento que apenas tuve verano para descansar. Casi me había olvidado de que tenía que volver a pasar por esto. No puedo estar odiando tanto este año. Lo único que rescato es la clase optativa de los jueves a la tarde: tuve que elegir entre teatro, cine, música y artes plásticas. Lo más lógico hubiera sido elegir música, pero no quiero tocar en público, ya suficiente vergüenza me dio que Santiago me viera en el campamento. Elegí cine. Imagino que no voy a aburrirme.. y quería algo distinto, algo que normalmente yo no elegiría.
No quiero volver el lunes. Me siento más sola que nunca, Santiago apenas me habla -más allá de un saludo-, y aunque Damián vive pegado a mi lado.. tampoco hablamos mucho. Me siento desconectada del mundo. Desearía que las horas pasen más rápido.
Al menos ahora tengo los próximos dos días para olvidarme de que todavía tengo 17 años.. y no puedo elegir la vida que quiero.

lunes, 3 de marzo de 2008

Último año de secundaria. Creí que iba a estar más entusiasmada por el último primer día. Honestamente, quiero que este año pase rápido y seguir con mi vida. Volver a la ciudad, estudiar allá y vivir sola.. dejar atrás el drama de estos últimos años.
Me desperté demasiado temprano hoy y no pude seguir durmiendo. Mirando el lado bueno, todavía tengo una hora y media para arreglarme antes de salir.

domingo, 2 de marzo de 2008

El lago es uno de los atractivos de este cálido pueblo. Probablemente por ello es que sea al lugar para las celebraciones importantes como las llamadas “fiestas del lago”. He revisado mi blog, y recuerdo aquella vez en que me encontré con una solitaria Virginia. Desde entonces hasta el momento en que escribo esto han pasado suficientes cosas como para decir que han pasado “tantas”.Ayer, sin embargo, fue uno de esos días en que no pasó mucho o debería decir que no pasó “nada” (o no escribir en lo absoluto).
Como buenos perdedores, el equipo que sufrió dos goles y no hizo ninguno (o sea, yo y otros) en el partido pasado tuvo que pagar las bebidas. Entre los recuerdos, bromas y planes futuros, el tiempo no se demoraba en avanzar en mi reloj.
Entonces fue que vi a Virginia. Vestido azul, sandalias negras y su sonrisa de toda la vida. La saludé. Estreché manos con Damián que la acompañaba. Durante unos lentos minutos, palabras de los tres se sumaron al bullicio nocturno. Pero no prestaba mucha atención: me perdí entre las fugaces miradas que ambos intercambiaban entre sí y mi falta de ideas para escaparme y continuar enterándome de las "rarezas" que algunos de mis amigos habían hecho durante las vacaciones. 
Fogata, canciones, gritos, amigos que intentaban arrojarme al lago (¿Virginia, recodarías aquella vez?)… una nueva fiesta del lago. 


 PD: Mañana clases… pereza a su máximo nivel.
Me levanté demasiado temprano para ser un domingo. Mañana empiezan las clases y debo admitir que estoy algo nerviosa, no pude dormir mucho.
Hoy a la noche hay una fiesta en el lago para despedir el verano. Damián me preguntó si podíamos ir juntos y aunque siento que sería la perfecta ocasión para acercarme de nuevo a Santiago, no pude decirle que no. Sería raro, y de todas formas no tengo ningún problema en ir con él. A veces pienso que salir con Damián es demasiado forzado. No sé si realmente quería salir con él. Estaba contenta con mi vida antes de conocerlo, no habría cambiado nada. Quizás sólo necesitaba una distracción para olvidar que Santiago por momentos me ignoraba (o se iba de viaje sin avisar..). Me siento rara, ahora ni siquiera quiero ir a la fiesta. Pasaría mi última noche de vacaciones viendo una serie metida en mi cama, perdiéndome en otro mundo.

sábado, 1 de marzo de 2008

Casi me descubre escribiendo en el blog. Espero que no creaque es algo que quiero ocultarle a ella… aunque efectivamente es asi... me refiero a que no piense que es algo malo. Pero es que cualquiera toca la puerta cuando va a entrar al cuarto de otra persona. ¿Quién la dejó entrar? No tenía qué decirle y le dije eso. Ella aceptó. Me sentí como en un funeral o despedida y supongo que eso fue lo que fue. Luego de ver una película sin siquiera mirarnos, nos despedimos… esta vez fue ella quien besó al otro en la mejilla. Un minuto después, vi como se alejaba del pórtico de mi casa para ir al suyo en el que la esperaba Damián.

viernes, 29 de febrero de 2008

No puedo creer lo que voy a escribir. Damián es una excelente persona. Sin saberlo, resultó ser un amigo de hace años de uno de mis amigos más cercanos. Incluso sus padres han trabajado juntos y no sé qué más.
Al principio no quise ir al partido, pero no pude inventar una excusa creíble y fui. Y bueno... Damián es genial. Si no fuera porque

jueves, 28 de febrero de 2008

Está saliendo con Damián... eso dijo. 
Por más que quería decirle algo, todo lo que pensaba me sonaba incorrecto, así que le dije que era mejor que volviéramos... para que no llegues tarde a tu cita, Virginia.
Hoy salí con Santiago, fuimos al centro comercial a comprar los libros para nuestro último año de secundaria. Al comienzo lo noté raro.. como si algo le molestara, pero prefiriera no decírmelo. No hablamos hasta subirnos al micro que nos llevaba al centro, y ya sentados, Santiago me preguntó cómo estaba mi “nuevo amigo”. No tardé en arrepentirme en haber aceptado ir de compras con él. ¡Sonaba tan celoso!
Pasamos todo el día juntos, y por suerte no volvió a tocar el tema. Estuvo todo bien hasta que propuso ir al cine más a la noche. Le dije que no podía, había quedado con Damián. Y entonces, Santiago hizo mi más temida pregunta.
-¿Estás saliendo con ese chico?
No dije nada por unos segundos. ¡Define “salir”! No estaba “saliendo” con Damián, habíamos salido un par de veces, pero... no estaba del todo segura si le interesaba en ese sentido.
-Sí- dije. No estoy muy segura por qué. Creo que sólo quería molestarlo, que sintiera que me estaba perdiendo..

miércoles, 27 de febrero de 2008

De alguna manera, creo que deseé encontrarme con ella en el colegio. Caminé despacio a dónde iba para tener más posibilidades de encontrármela. Pero no salió cómo lo tenía planeado. Terminamos discutiendo y ni siquiera sé por qué... sólo le pregunté qué tal se estaba llevando con el chico aquel. Le pedí disculpas. La invité a tomar algo y me dijo que no podía... que ya había quedado con "él". Sentí que no la iba a ver de nuevo hasta dentro de unos días (quizás hasta el inicio de clase) así que le propuse ir a comprar los útiles juntos mañana. Luego de pensarlo unos instantes, me dijo que mañana sí estaba libre. Quedamos a las 10 am frente a nuestras casas.

martes, 26 de febrero de 2008

Volvió Santiago. A veces no puedo evitar cuestionarme sí en verdad somos amigos. Parece tan celoso cuando me ve con Damián. No sé qué pensar.
Hoy desperté más tranquilo. Creí que había exagerado las cosas. Fui a buscarla de nuevo a su casa para preguntarle qué pasaba. Y vaya sorpresa. Esta vez, me abrió el chico ese... parece que ahora son bastante cercanos.

lunes, 25 de febrero de 2008

No entiendo qué está pasando, pero me molesta. Volví ayer cerca de las 5 pm. Fui a comprar unos refrescos al centro y, cuando volvía, vi a Virginia hablando -muy animada, por cierto- con un chico. Había olvidado su sonrisa. Creo que la extrañaba. No le di mucha importancia, y seguí mi camino sin que me vieran. Alrededor de las 9 pm saludé a Virginia por la ventana de mi cuarto, pero no me devolvió el saludo. La llamé, pero tampoco me respondió. Hoy temprano fui a buscarla a su casa. Me abrió su padre y me dijo que Virginia no quería hablar con nadie. El aspecto de la expresión de su padre me hizo suponer que había pasado algo relativamente grave. Sin embargo, unas horas más tarde, vi cómo el mismo chico de ayer fue a buscarla a su casa y, esta vez, abrió Virginia, saludó, y comenzaron a caminar. Me dio sed y decidí ir a comprar algo. Y los vi de nuevo. Esta vez, conversando dentro de la cafetería. Y -no sé por qué- su sonrisa comenzó a parecerme molesta.

lunes, 18 de febrero de 2008

Hoy, aburriéndome demasiado en mi habitación… decidí superar el hecho de que Santiago esté desaparecido y salí a caminar escuchando música. A las pocas cuadras me detuve en una librería de libros usados que me encanta. Siempre que necesito despejarme voy ahí, hay algo en el ambiente que me relaja. Habían pasado menos de diez minutos cuando decidí irme. Increíblemente ni siquiera ese lugar que sentía tan mío podía hacerme sentir mejor. No terminaba de entender qué era lo que me amargaba tanto. Sin dudas me molestaba que hubiera desaparecido sin avisar, pero por otro lado.. supongo que hasta hoy me sentía (más) importante para él. Quizás era una cuestión de orgullo lo que me tenía de malhumor; no podía estar extrañándolo..
Prosigo: Salí de la librería y seguí caminando. Estaba llegando al centro cuando alguien me tocó el hombro mientras miraba la vidriera de un local de música. Miré hacia mi derecha y me sorprendió ver una cara desconocida. Últimamente me había acostumbrado a ver siempre a la misma gente viviendo en un pueblo tan chico. Me quité los auriculares para saludar al chico parado a mi lado. Tenía unos ojos… perfectos. Eran de un verde intenso en los que me perdí por unos segundos. Tenía una mirada definitivamente seductora, tan intensa que definitivamente me olvidé de Santiago por un momento. Ojalá hubiera durado más, no tardé en volver a sentir esa amargura que me invadía hacía días.
-Disculpa, ¿cómo te llamas?
Su voz también era perfecta, tan perfecta que sentí nervios al responderle.

Damián. 17 años. Estudiante del último año de secundaria. Futuro compañero. Alto, pelo castaño claro, casi rubio. Ojos de un verde increíble. Quedamos en salir mañana, voy a hacerle de guía por el pueblo, después de todo me sentí algo identificada con su historia. Chico nuevo, chica ya no tan nueva.. no suena mal. En este momento necesito distraerme para dejar de pensar en Santiago, y Damián parece la perfecta distracción..

domingo, 17 de febrero de 2008

Domingo a la noche, sigo sin saber nada de Santiago. ¿Se habrá ido de viaje por el fin de semana? No puedo creer que no me haya avisado, sobre todo después de pasar San Valentín juntos.
Cambiando de tema, hoy a la tarde salí a dar una vuelta y vi un camión de mudanzas estacionado frente a una casa de familia a unas pocas cuadras de la mía. Me intriga saber quiénes se están mudando al pueblo. Me pareció ver a un chico de mi edad.

sábado, 16 de febrero de 2008

Ayer fui a ver a Santiago para invitarlo al cine, pero aparentemente no había nadie en la casa. Hoy volví a pasar, pero las ventanas continúan cerradas. Me pregunto dónde estará. Mañana voy a intentarlo de nuevo.
Ayer desperté por un grito: “Santiagooooo... ya nos vamos”. Olvidé programar mi alarma. O quizá sonó y no la escuché. En mi desesperación para que no me dejen, olvidé dejarle la nota a Virginia avisándole que iba a venir a la casa de mis tíos por una semana. En el carro me tranquilicé porque podía llamarla desde mi celular. Y lo palpé en mi bolsillo mientras el carro me separaba cada vez más del lugar en que, supuse, dormía Virginia. Cuando llegué a casa de mis tíos me di cuenta de dos cosas. Primero, que a mi celular se le había acabado la batería. Segundo, que olvidé algo: mi cargador. Mi celular estará sin poder prenderse hasta que vuelva.

viernes, 15 de febrero de 2008

Viernes 15 de febrero post San Valentín y sigo viva =)
Ayer bajé a sentarme con Santiago en las escaleras y uno actuó más raro que el otro. Ninguno sabía qué decir. Por mi lado, yo no quería reclamarle que había estado completamente desaparecido en los últimos días, y él parecía que quería disculparse pero no se animaba. De todas formas estoy un poco más contenta. Al menos vino a verme. Terminamos viendo los fuegos artificiales juntos, en silencio obviamente. No me gusta para nada esta sensación de que las cosas no son como antes.
Quizás esta noche le pregunte si quiere ir a ver una película. Sí, definitivamente voy a hacerlo. Es la salida perfecta dado que apenas tendríamos que hablar, al menos al principio en el cine.
No puedo dormir. 3:13am. Faltan menos de 4 horas para que tenga que salir hacia la casa de mis tios. Ayer pude ...no fue "hablar".. pero al menos fue mirarnos. No encontraba cómo iniciar mis disculpas, así que al final me quedé en silencio. Mañana antes de partir pasaré por su casa o le dejaré una nota. ¿Mañana? Quise escribir "más tarde". En fin...

jueves, 14 de febrero de 2008

San Valentín, mi día más deprimente y odiado del año. En 17 años nunca pasé San Valentín con un chico. Cuando vivía en la ciudad tenía una especie de tradición con mis amigas. Todos los 14 de febrero nos juntábamos en la casa de alguna de las chicas, alquilábamos muchas películas de terror y encargábamos pizza y, obviamente, helado.. mucho helado.
No quiero estar sola este año. Extraño muchísimo a mis amigas y me pone todavía peor no entender por qué Santiago no me habla.
Ya empieza a anochecer.. encerrada en casa intentando pensar en algo que logre distraerme, que me haga sentir menos sola.
Y miro por la ventana y veo a Santiago sentado en las escaleras del porche de mi casa. Y cada vez lo entiendo menos. Debería bajar supongo..

martes, 12 de febrero de 2008

Aburrida en casa, haciendo un rompecabezas en el piso de mi cuarto, escuchando música.. y pensando en por qué no me llama!! No entiendo a los chicos. O quizás sólo sea él el problema.

lunes, 11 de febrero de 2008

El viernes en el cine tropecé y me lastimé el tobillo. Todavía no puedo caminar bien. Por otro lado, el letrero de "Se vende" de la casa del centro ya no está. Parece que se muda alguien. Cuando pueda caminar mejor iré a buscar a Virginia

sábado, 9 de febrero de 2008

Ayer pasé por la casa de Santiago. Estaba tan distante. Le pregunté si quería salir y me dijo que no podía, que estaba por verse con los amigos. Me molestó un poco que ni siquiera propusiera dejarlo para otro día. No entiendo qué le pasa. De lo único que estoy segura es que ahora voy a esperar a que él se acerque. No quiero insistirle.

viernes, 8 de febrero de 2008

Virginia vino a buscarme. Se acaba de ir. Estuve a punto de decirle para juntarnos a ver los fuegos artificiales antes de irme, pero me pregunto si estaba libre para salir a tomar algo. Le tuve que decir que no. Hace unos minutos me llamaron los amigos del colegio para juntarnos y ver una película. Traté de quedar para otro día, pero me pareció que Virginia se habia molestado por no poder salir con ella y decidí dejarlo ahí.
Ya pasaron varios días desde que volvimos del viaje y no he visto a Santiago ni una sola vez. Hoy voy a pasar por su casa y preguntarle si quiere hacer algo. Me resulta tan extraño que después de haber pasado un mes juntos no nos veamos en días.
No me animo a llamarla... !
El 15 me voy por una semana. Quiero verla antes de eso

sábado, 2 de febrero de 2008

Volvimos hace unas horas. Debo haber dormido la mayor parte del viaje. Desde que llegamos a la estación y Santiago me despertó, lo noté algo raro… como incómodo.
En fin, de vuelta en casa. Algo triste… aunque mirando el lado bueno, todavía me queda un mes de vacaciones.
No me atrevía a despertarla. ¿Qué le iba a decir? ¿Virginia, estás durmiendo sobre mi hombro? Bahh.. Luego de pensar y pensar, decidí relajarme. Trate de dormir yo también, pero no pude. Aunque había planeado dormir en el viaje de vuelta por el cansancio acumulado de todo el mes, no tenía ni un poquito de sueño. Con ella durmiendo sobre mi hombro... no sé, simplemente no podía dormir.
Afortunadamente, Virginia se despertó justo al llegar a nuestra parada. Mientras se estiraba, todavía con los ojos cerrados, me preguntó si había pasado algo. SÍ HABÍA PASADO ALGO. Sin estar seguro si era una pregunta indirecta o no (estaba alucinando, lo sé) le dije que no, que no había pasado nada.
Luego de eso, caminamos hasta la casa de Virginia. Y, hasta el segundo en que cerró la puerta, quise decirle para vernos al día siguiente. Supongo que la llamaré o le gritaré por la ventana... lo último mejor no: su padre puede ser quién escuche mis gritos..

viernes, 1 de febrero de 2008

Última noche del campamento. Partimos mañana. No puedo estar más triste. Sigo reconsiderando ir a la fogata… todavía tengo tiempo. Quiero despertarme y que recién esté empezando enero. No puedo aceptar que esté terminando el campamento. Definitivamente este verano había fue el más especial en los últimos años. En cierto modo fue justo lo que esperaba, pero al mismo tiempo me sorprendí al descubrir un lado mío que no conocía. Soy tan diferente estando con Santiago. Me siento tan viva, tan libre de ser quien soy. Es mi mejor amigo. Tengo miedo de que la vuelta a clases lo cambie todo. No quiero perder esto que tenemos. Quisiera animarme a hablarlo con él, pero no sería capaz de decirle lo mucho que me importa.

miércoles, 30 de enero de 2008

Era la tercera vez que me despertaba en medio de la noche. Mi reloj marcaba las 2:50am. Me revolqué unas cuantas veces más en mi cama, pero no encontré una posición agradable. Comprendí que no iba a poder dormir. Escuché algo fuera de mi cabaña y, por alguna razón, supe que era Virginia. Me puse los zapatos y salí. Al verla a lo lejos en los escalones de su cabaña sonreí. Lo hice sólo mientras miraba al suelo. Pero.. la vi triste... quizá se sentía sola. Creo que ya lo escribí antes: no soy bueno animando a la gente. Le mentí diciéndole que quería hablar con ella. Algo nervioso, le tomé la mano -suave y cálida como siempre- y la llevé al lago. En sos momentos, tuve que confesar que sólo quería pasar un rato con ella para que se animara. Luego de unos minutos y la vi sonreír: ¡estaba feliz!
Mientras pensaba que yo también estaba feliz, Virginia me dijo que sentía que era uno de esos momentos en que todo era tan perfecto, que la entristecía el saber que iba a ser incomparable. Lo que dijo me pareció tan cargado de sentimiento, que me sentí "raro", medio tenso... Solté una pregunta-broma para aliviarme un poco. Virginia se la tomó muy bien, por cierto.
Luego de dudar unos segundos, la abracé. Virginia se recostó en mí y... su perfume... una sonrisa se dibujó en mi cara y comprendí lo que había dicho Virginia. Ese momento era ...¿mágico?
Estaba acostada en mi cama sin poder dormir, mirando el techo, dando vueltas, suspirando, cerrando los ojos, abriéndolos nuevamente. No podía dejar de pensar en qué pasaría en esta última semana de campamento, en el regreso, en el nuevo año escolar. Y antes de darme cuenta… estaba pensando en él. Me obligué a cerrar los ojos, la luz de afuera me distraía aún más. Definitivamente iba a ser una de esas noches en las que no podría dormir. Me incorporé y consideré salir a tomar un poco de aire fresco. Necesitaba despejarme. Las otras tres chicas estaban dormidas, por lo que procuré hacer el menor ruido posible. Cerré la puerta de la cabaña detrás de mí con la mayor delicadeza posible y me senté en los escalones. Eran cerca de las 3 a.m., el campamento entero estaba a oscuras. Empezó a hacer frío y por un momento me sentí completamente sola. Decidí volver a entrar a la cabaña cuando de repente vi que alguien se acercaba caminando. Sonreí al ver que era Santiago y automáticamente me mordí el labio inferior para ocultarlo.
-Presentí que estabas despierta-. Creo que elevé las cejas por el desconcierto. -¿Podemos hablar?
-Seguro..
-Ven
Me tomó de la mano y me guió por un camino entre algunos arbustos que conducían al lago. Nos sentamos a un metro del agua, mirándonos.
-¿De qué querías hablar?- pregunté.
-En verdad no tengo nada que decir, sólo quería pasar un rato contigo.
Esta vez no pude ocultar mi sonrisa. Debemos haber estado alrededor de una hora en silencio, mirando el agua, cuando… sin pensarlo dos veces, dije:
-Ahora mismo estoy teniendo uno de esos momentos-. Hice una pausa que él interrumpió.
-¿Qué momentos?
-Uno de esos momentos en los que todo es tan perfecto que… casi me pone triste saber que nada puede compararse, que nada va a ser tan bueno como esto.
-Entonces, básicamente… ¿te estoy deprimiendo?- preguntó con un tono sarcástico.
-Sip.- dije asintiendo con la cabeza. Lo miré y me reí.
-Eres rara.- dijo riéndose él también.
Lo golpeé en el hombro infantilmente.
Pasados unos segundos Santiago pasó su brazo por mis hombros y yo me recosté contra él. Nos quedamos así hasta que amaneció. Fue entonces que decidimos volver.
Al parecer esta noche tampoco podré dormir…

lunes, 28 de enero de 2008

Soñé que el verano había terminado y estábamos de vuelta en el colegio. Por suerte todavía quedan algunos días de campamento. No tengo ganas de volver, mucho menos de empezar las clases de nuevo.

domingo, 27 de enero de 2008

Al parecer ha habido problemas con el proveedor de Internet. No escribiré mucho porque quién sabe en qué momento la conexión se pierde de nuevo… y hasta cuándo.

jueves, 24 de enero de 2008

Todo el grupo del campamento había ido a la playa; aprovechando la ocasión decidí tomarme un día para mí misma. Necesitando un tiempo a solas se me ocurrió sentarme frente a ese piano abandonado, completamente cubierto de polvo que se encontraba en la cabaña central. Hacía semanas que no tocaba. Me apenó lo poco vivas que parecían las teclas. Apoyé mis dedos sobre ellas y el polvo se me adhirió al instante. Cerré los ojos y sin pensarlo comencé a tocar una melodía que yo misma había compuesto al finalizar el primer día de clases en el nuevo colegio. Volví a abrir los ojos, totalmente concentrada en mi música tardé en notar la presencia de Santiago en el cuarto. Parecía nervioso e incómodo cuándo lo invité a sentarse a mi lado. Me sorprendió el hecho de que a mí no se me despertaran nervios en absoluto al tocar delante de él. No solía dejar que nadie escuchara mis producciones, pero… en el fondo quería hacer esta excepción.
Ahora sí, quería llegar a esta parte del relato. Estábamos sentados en la misma banqueta, yo miraba el movimiento de mis manos cuando… un mechón de pelo cayó sobre mi cara y Santiago volvió a colocarlo detrás de mi oreja, rozando mi mejilla derecha en la acción. Estaba a punto de sonreír cuando me di cuenta de que era demasiada rara la situación. Lo miré sorprendida sin terminar de entender si me había acomodado el pelo por un simple reflejo, o si… pretendía acariciarme la mejilla y sólo estaba buscando una excusa. Tardé muy pocos segundos en procesar todo esto basándome en lo incómodo y avergonzado que parecía Santiago. De todas formas... en qué estaba pensando? Sabía que Santiago no me miraba de esa manera. Éramos sólo amigos… Al entender esto sentí muchas ganas de reírme, pero tenía que evitarlo. No quería hacer sentir más incómodo a mi amigo, probablemente no se había dado cuenta de lo que hacía hasta que yo dejé de tocar. Noté que él escondía las manos en los bolsillos de su campera, y sin saber qué hacer dije que debía irme, me levanté y salí del cuarto sin mirar hacia atrás.
Estaba volviendo a mi cabaña pensando en lo que acababa de ocurrir, e instintivamente apoyé mi mano sobre el sector de mi mejilla que Santiago había rozado al acomodarme el pelo. Corrí los metros que me separaban de la cabaña para mirarme en el espejo, y sí, efectivamente estaba completamente sonrojada. Ahora era yo la que se sentía incómoda… pero no pude evitarlo, tenía que reírme!
¡Waaaaaaa!
Muero de vergüenza. Sigo sintiendo mi cara caliente y he borrado esta misma frase como 10 veces porque no puedo recordar lo que acaba de pasar sin estrujarme el pelo y desear retroceder el tiempo.
Algo se me acaba de venir a la cabeza. ¿Qué estará pensando de mí en estos momentos? ¡Ahhh! ¿Atrevido? ¿Confianzudo? Probablemente los adjetivos sean más duros. ¡Ella también se sonrojó! La debo haber hecho sentir mal… ¡qué vergüenza debe estar sintiendo ella también por mi culpa!
Trataré de describir lo que paso de acuerdo mis dedos temblorosos me dejen.
Había ido a preguntar qué tendríamos de cena, cuando escuché una melodía. Alguien estaba tocando el piano de la cabaña central. Que raro –pensé–. Ese piano ha estado sin tocar desde…. ¿siempre? ¡Bah! Desde que empecé a venir acá. Sigo con el relato. Fui a ver quién tocaba esa dulce melodía. Creía haberla oído antes. Y sí: tenía razón. Cuando vi que era Virginia la que tocaba recordé que ,una vez en mi cuarto, había escuchado lo mismo que en esos momentos.

-¿Santiago?
-¿Uh? ¡Ah! Este...
-¿Qué haces ahí?
-Bueno… yo
-Ven, siéntate

No debí hacerle caso. Debí quedarme parado.

Me senté a su lado. Ella veía teclas blancas y negras. Yo la veía a ella. De pronto, un mechón dejó de sujetarse a su oreja. Cayó sobre su ojo. Acerqué mi mano lentamente. Pude volverlo a su sitio. Pero al retirar mi mano, rocé suavemente su rostro. En ese instante, yo me di cuenta de lo que hacía. Rápidamente, oculté mi mano dentro de mi campera. Pero ya estaba todo hecho. Ante la mirada sorprendida de Virginia empecé a tornarme rojo. Ella, también. No podía seguir soportando su mirada (sentí que fueron horas) y me paré. Creo que ella se reía: la vi sonreír. De alguna manera, ella terminó saliendo y yo me desplomé sobre la silla de la computadora.

lunes, 21 de enero de 2008

Lunes 10:45. Acabo de despertarme. Me perdí el desayuno. Nadie me guardó nada. Hubiera agradecido aunque sea una tostada. Ni modo, tendré que esperar hasta el almuerzo.

miércoles, 16 de enero de 2008

Está terminando unos de los mejores días que pasé hasta ahora en este lugar. Todo comenzó con el anuncio de una búsqueda del tesoro, juego que aparentemente ya es una tradición en este campamento. Recuerdo que Santiago lo había mencionado exaltado en el viaje, pero no imaginé que a mí me pudiera entusiasmar.
Mi día comenzó cuando a las 7:30 a.m. sonó el despertador. Me duché mientras las otras chicas continuaban durmiendo y por primera vez en mucho tiempo presté atención a las gotas de agua impactando en mi piel. Como todavía era temprano cuando terminé de cambiarme decidí dar un paseo por el bosque. Tomé mi cámara de fotos y me encaminé hacia el arroyo que había a unos cuantos metros cerca de las cabañas de chicas. Debo haber estado un poco menos de una hora sobre el puente que lo atravesaba, observando el correr lento del agua, las rocas a los alrededores y algunas monedas perdidas en el fondo que brillaban cuando el sol se reflejaba en ellas. Cuando escuché las campanadas que despertaban al campamento me apresuré para llegar a la cabaña central a tiempo. Algunos chicos ya se habían sentado para desayunar. Otros en cambio todavía no aparecían. Vi entrar a Santiago y le sonreí. Se sentó a mi lado sin decir nada y apoyó su frente sobre la mesa de madera con la evidente intención de seguir durmiendo. No me atreví a despertarlo. Me había encantado que se sentara al lado mío. No pude evitar sonreír al pensar en eso.
Al finalizar el desayuno alrededor de las 10 de la mañana, se hizo el anuncio de la búsqueda del tesoro. El juego comenzaría a las 10.30 a.m. en punto cuando los dos equipos recibieran la primera pista que guiaría a una siguiente. Me correspondió ser del equipo rojo y a Santiago del azul. Me apenó un poco no estar en el mismo. La primera pista que nos tocó al equipo rojo fue una frase en un trozo de papel dentro de un sobre que nos entregaron los profesores:

"¡Nosotras, Aguas de Vida!
Fuente que a sí misma se debe
Y fluye con más abundancia
Cuanto más de sus aguas se bebe."

Recuerdo que nos miramos entre todos sin comprender. Una chica, Sofía, dio vuelta el papel y vimos el número 406 escrito en el centro. Se escuchó una voz que no llegué a identificar diciendo que debería ser el número de pista. Alguien más sugirió que podría ser un camino, pero nadie recordaba que estuvieran numerados. Guille, un amigo de Santiago, propuso analizar el texto en el papel. Empezamos a discutir que la mención de agua podría significar que la pista debería encontrarse cerca o en alguna fuente de agua como el lago, el arroyo o el mar. Guille comenzó a leer en voz alta el texto para que todos escucharan, pero antes de que pudiera terminar la segunda línea un chico con anteojos que se encontraba a mi izquierda finalizó el relato en su lugar sin mirar el papel.
-¿Lo conoces?- preguntaron varios con caras desconcertadas.
-Es el mensaje de las aguas que traduce Fújur en una aventura con Bastián y Atreyu para que puedan continuar el camino.
Nadie dijo nada.
-Es una cita de La Historia Interminable
Muchos levantaron las cejas mirándolo con expresión de desconfianza. El chico bajó la cabeza para mirar el suelo. El pelo le cubrió la cara y entonces lo reconocí. Siempre estaba en un rincón de la sala común escondido en algún libro.
-Hay que dividirnos en tres grupos. Unos deben ir al arroyo, otros al lago y el último grupo al mar. No encontramos aquí en una hora.- dijo Guille.
-¡Esperen!- grité sin pensar. Varios que ya se habían encaminado para irse se detuvieron.- Quizás..- titubeé.- Quizás esa es la clave, el fragmento del libro. Podríamos buscarlo en biblioteca antes de encaminarnos a las aguas. No perdemos nada.
Guille entrecerró los ojos al mirarme. Me dio la impresión de que mi plan no le había agradado en absoluto. Pero la mayoría se acercó respaldando mi idea.
-¿Cómo te llamas?- le pregunté al chico de anteojos.
-Martín.
-¿Sabes dónde está la biblioteca?- le pregunté.
-Por supuesto.- dijo.
A continuación, todos nos dirigimos a la biblioteca. Martín no tardó en encontrar La Historia Interminable de Michael Ende en la mitad del tercer estante. Abrió el libro y comenzó a hojearlo buscando la frase.
-No recuerdo en que página está.
-Fíjate en la 406.- dije con una intuición.
-¡Aquí está!- gritó sosteniendo triunfante en la mano un papel.
Guille se lo quitó de la mano y sin decir nada salió de la biblioteca. Todos lo seguimos al comedor y nos sentamos en una mesa a observar el papel que habíamos encontrado dentro del libro.. que misteriosamente estaba en blanco. Nadie sabía que hacer y recién luego de veinte minutos de reflexión Andy sugirió que esa pista podría conectarse con la anterior. Sin dudarlo, Guille buscó un vaso de agua y volcó la mitad sobre el papel. La mayoría del grupo gritó, pero las voces se fueron apagando al ver como un mapa se iba dibujando en la hoja. Se escucharon comentarios sobre cómo podía ser que a nadie se le hubiese ocurrido hacer eso antes. Al parecer era muy común la tinta invisible en pistas de la búsqueda del tesoro.
El grupo entero se encaminó al punto que estaba marcado con una cruz en el mapa: la cabaña número seis, curiosamente la de Santiago y sus amigos. Guille se resistió bastante a dejarnos entrar para buscar la siguiente pista, pero él era el único de esa cabaña, por lo que ganó la mayoría. La mitad del equipo se dedicó a buscar en los alrededores de la cabaña, y la otra mitad dentro de ésta. Al entrar sentí que, de alguna manera, estaba invadiendo a Santiago. Mientras Guille y otros dos chicos buscaban en los muebles, yo me enfoqué en la mesa de luz de mi amigo. Por más que no dejaba de sentir que lo que estaba haciendo no era correcto, no iba a perder la oportunidad de espiar.
Debajo de la cama de Santiago hallé un block de hojas de dibujo con unos cuantos bocetos. Dejé de respirar por unos segundos cuando encontré un retrato mío. Era tan idéntico que me asustó. No tenía idea de que Santiago me hubiera dibujado. No sabía qué pensar. No estaba segura si decirle algo, pero en cuanto comprendí que no debería haber visto esas ilustraciones decidí olvidar lo sucedido.
Volviendo a la búsqueda del tesoro… unos chicos encontraron una caja de madera debajo de las escaleras de la cabaña. La caja contenía una llave y la indicación de dirigirnos a la playa. Después de media hora de caminata llegamos a los acantilados y descendimos a la playa por el camino lateral. Era increíblemente perfecta la vista. Nunca fui amante de la playa, pero la tranquilidad que me transmitió ese lugar me despertó ganas de regresar y caminar en la orilla mojándome los pies.
La pista en la playa nos condujo de vuelta al comedor para almorzar.
La Búsqueda continuó, pero sólo pude compartir unos momentos con Santiago. Anochecía y mi equipo estaba en plena búsqueda de un grabado en un árbol de un trébol de cuatro hojas. Mientras exploraba los árboles en el sector que me correspondía encontré a Santiago recostado contra un tronco. Al principio supuse que también estaba buscando una pista, pero su pose y expresión de despreocupado y a la vez pensativo me hicieron dudar. Me senté a su lado, me contó que esta era la primera vez que perdía interés en el juego, dado que sentía que la búsqueda no era por diversión, sino sólo para ganar.
-No sé qué decir.- dije al cabo de un rato.
-No es necesario que digas nada.- me dijo sonriendo. –A todo esto, ¿qué haces por aquí?
-Tengo que ubicar un grabado en un árbol, un trébol de cuatro hojas.
-Así que un trébol de cuatro hojas - repitió en un tono misterioso. -Sígueme..
Caminamos unos cuantos metros hasta llegar a un árbol con un perfecto grabado de un trébol de cuatro hojas y un sobre debajo.
-Mira, ahí está tu pista.- dijo tendiéndome el sobre.
Sonreí. De repente sentí mucho frío y no pude evitar temblar. Definitivamente estaba refrescando. Tuve la impresión de que Santiago quería ofrecerme su campera, y quizás fue el grupo de personas del equipo rojo que se aproximaban lo que lo detuvo. Él desapareció entre los árboles y yo me uní nuevamente a mi equipo.
La Búsqueda del Tesoro finalizó ya de noche. Anunciaron al equipo ganador en la sala común y luego hubo una cena de celebración. Apenas terminé me levanté de la mesa y salí a tomar algo de aire fresco. El frío me obligo a resguardar mis manos en los bolsillos de ese abrigo abandonado que no usaba hacía años. Para mi sorpresa encontré una moneda. Jugué unos instantes con ella entre los dedos y entonces se me ocurrió ir al arroyo y pedir un deseo.
Estaba ya en el puente mirando el correr del agua cuando se acercó Santiago, haciéndome compañía en silencio.
Pasaron unos minutos y sentí la necesidad de interrumpir ese silencio.
-¿Tienes una moneda?.-le pregunté.
-No, dejé todo en mi cabaña.-dijo con cierta amargura
Lamenté entonces no poder pedir ambos un deseo.
-Lancemos mi moneda juntos.- sugerí, pero Santiago no pareció sentirse cómodo con la idea dando una excusa tan absurda que me hizo reír al punto de dejar caer la moneda en el agua.
Hablamos un rato más antes de regresar. Al volver, una vez recostada en la cama sentí una extraña necesidad de escribir sobre este día y me encaminé a la sala común deseando que nadie estuviera ocupando la computadora.
El inicio de mi día fue algo borroso. Recuerdo que me senté al lado de Virginia en el desayuno. Pensé en decirle algo -no recuerdo qué- y luego mi memoria no me proporciona casi nada hasta que me despertaron diciéndome que este año me tocaba ser del equipo azul. Miré a mi costado suponiendo que Virginia también sería azul, pero ya no estaba.

Fui donde se agrupaban los azules, saludé a algunos y nos pusimos a conversar hasta que nos dieron el primer sobre. Tenía escrita esta frase: “Carpe diem quam minimun credula postero”. Fueron a buscar un diccionario de latín, pero no era necesario. Varios sabíamos que significaba algo como “aprovecha el día, porque no sabes si habrá otro después”… pero eso no nos decía nada…

–Santiago -me dijo un amigo luego de unos diez minutos- es el lema del campamento
–Cierto -exclame- ¿Cómo pude olvidarlo?

Luego de recordar todos los sitios en que estaba el lema, decimos empezar por la entrada y fue la decisión correcta: logramos encontrar nuestra segunda pista. Esta nos hizo pensar más que la primera. Hasta dudamos de que aquella bolsa con monedas fuera, realmente, la siguiente pista. Jugamos un poco con los valores de las monedas, con los años de antigüedad, con los tamaños, con qué podríamos comprar con ellas… pero no llegamos a nada.

–Tiremos al arroyo una de las monedas y pidamos el deseo de encontrar la otra pista –recomendó resignada Alicia, una de las amigas que sólo veía en los veranos.

Desde ese instante, aunque nos haga quedar mal a todos los que oímos esa frase, nos tomó un buen rato para darnos cuenta que esa era la clave: teníamos que ir al arroyo. Camino al puente nos reprochábamos mutuamente nuestra demora. Todos los veranos acostumbrábamos ir a pedir deseos ya sea en grupo o, si era algo vergonzoso o personal, en secreto. Y, aunque nunca lo había hecho, sabía que las parejas solían pedir un deseo por ellas, tirando la moneda al mismo tiempo.

Llegamos al puente y miramos a todos lados. Encontrar la tercera pista iba a ser más difícil, al parecer. Buscamos en el puente, debajo de este, en las orillas, algunos se aventuraron dentro del arroyo; sin embargo, no veíamos más que algunas monedas producto de añoranzas pasadas. Mientras seguíamos buscando, me senté pensando si alguno de esos deseos se habría cumplido alguna vez.

–Hey -gritó alguien- Hey, vengan para acá.

Cuando nos acercamos, Jenny estaba jalando algo que, al parecer, estaba atorado entre algunas rocas bajo el agua. Siguió jalando hasta que logró liberar lo que tenía entre las manos, el problema fue que no pudo mantener el equilibrio y cayó sentada.

–El agua está fría –exclamó entre risas mientras se paraba rápidamente.

No le sirvió de nada doblar su jean a la altura de la rodilla para no mojarlo…

–Buahh -protestó- era nuevo!.

Lo que había rescatado Jenny era un envase de plástico. Estaba muy bien sellado. Vueltas y vueltas de cinta adhesiva en la tapa evitaron que entrara agua y mojara el papel que contenía. Cuidadosamente, intentando que no se rompiera, tomamos el papel. Al desdoblarlo, cayó un polvillo negro. Fue gracioso ver cómo todos cogíamos el aire tratando de salvar el polvillo antes de que fuera llevado por el viento, donde no lo pudiéramos recuperar jamás. Observando lo que quedó en el papel y, previa degustación, descubrimos que era ceniza.

Apresurados, nos dividimos en dos grupos: uno buscaría en el horno de la cocina; otro, en el lugar de la fogata. Nos llamaríamos por celular al encontrar algo.

En la cocina nos hicieron problemas para dejarnos pasar. Sólo dejaron ingresar a Jenny y a Ricardo, otro de mis amigos de verano. Salieron con las manos vacías y cara resignada: “No hay nada… sólo carne del almuerzo”. Sonreí.

Nos llamaron del otro grupo y nos dijeron que volviéramos, ya que la pista era bastante confusa. Llegamos luego de unos tropiezos y comprendimos a qué se referían con “bastante”. ¿Qué teníamos que razonar respecto a un peluche de vaca para que nos llevara a la próxima pista?

Aproximadamente, media hora después estaba comiendo carne en el almuerzo… carne de vaca. Y, aunque me encanta la carne asada, no comí a gusto. En un primer momento, busqué a Virginia para sentarme con ella. Pregunté a algunos miembros de mi equipo si la habían visto. Cuando les aclaraba que era alguien del equipo rojo me respondían con una mueca de disgusto. Me senté un momento a tratar de convencerlos (sin resultado) de que no era una guerra y que no tenía nada de malo sentarse con alguien del otro equipo. Seguí con mi búsqueda de Virginia. Esta vez, traté de buscarla en la masa roja, pero recibía el mismo rechazo por ser del color contrario. Cuando logré ubicarla ya estaba sentada con dos chicas de su equipo. Decidí dejarlo así, ya que no era quién para interrumpir su conversación y sentí algo... como si quisiera poder tener esa potestad. Mientras comía traté de llamar su atención con la mirada, pero ella nunca volteó a verme... Y no tenía por qué hacerlo, ¿verdad?

Después del almuerzo continuaron las dos últimas pistas de la Búsqueda. Realicé un último intento para acercarme a Virginia, pero los de mi equipo no dejaban de insistir en que teníamos que esperar juntos la penúltima pista.

Efectivamente, íbamos a necesitar todo el equipo. El sobre contenía un mensaje encriptado. Recordé algo parecido en algún cuento de Poe, por lo que fueron a buscar a la pequeña biblioteca. Aproveché ese movimiento para escabullirme, primero, tras las cabañas y, luego, bajo las sombras de los árboles del bosque. De vez en cuando veía a los lejos un personaje rojo o azul, pero no le tomaba importancia. Hasta que uno empezó a caminar en dirección hacia mí, y descubrí que no era “uno”, sino “una”. Y que esa “una”, era Virginia.

–Buscando una pista, seguro -me dijo sonriendo-.

–No -le dije- al contrario… estoy alejándome de toda pista que haya. Le conté que era la primera vez que sentía que el juego no era por diversión, sino por el afán de ganar o ganar, lo que me incomodaba un poco. No mencioné, obviamente, mis intentos frustrados de conversar con ella en el almuerzo.

Virginia no supo qué responder. Le dije que no era necesario decir nada. Le pregunté entonces qué hacía y me dijo que buscaba una pista:

–No entendí exactamente lo que decía dentro del sobre -me dijo- pero me dijeron que buscara un grabado en un árbol en forma de 'trébol de cuatro hojas'

–Así que un trébol de cuatro hojas - repetí con una voz sospechosa

–Ehh...¿Santiago?

–Sígueme, ya sé dónde está.

No caminamos ni 50 metros hasta que llegamos al pie del árbol con el grabado, sin embargo, empecé a sentir un poco de frío.

–Mira, ahí está tu pista. Le tendí el sobre con la pista y, en ese instante, una ráfaga de viento hizo que su cabello cobrara vida propia por unos instantes. Luego de eso, con el sobre ya en la mano, Virginia trató de peinarse un poco... Yo, por más que traté de decir algo, seguí embobado (lo admito) por lo bella que se vio mientras su pelo seguía el rumbo del viento.

El frío hizo que recobrara el sentido y me di cuenta de que Virginia estaba temblando. Estuve apunto de quitarme la campera, pero escuché que venían algunas personas. Logré reconocer a través de algunos árboles que se acercaban integrantes del equipo de ella, por lo que, sin que nadie se percatara, me escondí detrás de unos árboles.

No logré escuchar lo que le dijeron. Sólo supe que, mientras se marchaban, el atardecer empezó a teñir de rojo el cielo y el mar.

La Búsqueda terminó. Anunciaron al ganador. Hubo celebración. Antes de ir a dormir, quise ver correr el agua del arroyo. Caminé entre los árboles y recordé lo que había pasado hace solo algunas horas entre algunos de ellos. Y, sin creerlo, reconocí a Virginia a unos metros. ¡Estaba en el puente mirando el arroyo! Me acerqué a ella. Tenía una moneda en la mano. Un deseo definitivamente. No quise molestarla y solo me paré apoyado en la baranda del puente, a su lado, viendo cómo discurría la cristalina agua.

–¿Tienes una moneda? -me preguntó.
-No -le dije- dejé todo en mi cabaña.
-Mmmm -dijo mientras volteaba a mirarme- ahora no vamos a poder pedir un deseo juntos.

Inmediatamente, mi mente desmintió esa afirmación. En teoría, podíamos tirar una moneda juntos. De esa manera, cada uno podría pedir un deseo con una sola moneda. Pero... -y fue aquí que me di cuenta lo que estaba pensando- eso era para enamorados. Entonces, no hay forma porque Virginia y yo no somos....

-Ya sé -interrumpió Virginia- lancemos mi moneda juntos.
-¿Ehh?
-Sí, sí, ¿por qué no?
-Es que... no, luego el arroyo se resentirá de que no tiramos dos monedas y no va a cumplir ningún deseo... Sí, eso es.

Jamás había dicho una tontería tan grande. Para suerte mía, Virginia no se lo tomó en serio y se rió. Luego me tocó reír a mí, porque, mientras ella se reía, se le cayó la moneda y no pidió ningún deseo.

Nos quedamos conversando un rato más sobre el campamento antes de caminar a través del bosque para volver. Estuve a punto de decirle que quería escribir en mi blog sobre lo que había pasado en el día, pero dudé. Quizá le parece tonto escribir tu vida en un blog (más teniendo en cuenta que soy hombre). Me decidí por decir que quería revisar mi correo. Ella siguió su camino rumbo a su cabaña.

domingo, 13 de enero de 2008

En el bosque nos fue mejor de lo que creí. Dejando de lado el hecho de que me asusté cuando vi una tarántula dentro de un frasco demasiado cerca de mí (Guille la capturó no sé para qué), todo salió perfecto. Logramos enterrar nuestra 'cápsula del tiempo', escalar hasta la cima de una montaña menor e "izar nuestra bandera" (camiseta de uno de los chicos.)

Al regreso, varias horas después de nuestra partida, cuando estábamos por entrar a la cabaña principal vi que Virginia estaba sola en las escaleras de su cabaña. Me acerqué a ella y me senté a su lado. Cuando le pregunté qué pasaba, me respondió secamente que no podía adentrarme en el bosque sin avisarle a nadie.
-Ni que necesitara permiso - le dije - además nadie debió notar nuestra ausencia
-Yo la noté-respondió
Antes de que se levantara y entrara a su cabaña sin decir más, pude ver como se sonrojaba ligeramente.
Fue en ese momento que me di cuenta que había pasado muy poco tiempo con Virginia desde que llegamos al campamento. Habíamos venido juntos, debería compartir más tiempo con ella... ¿verdad?

Tratando de reivindicarme, fui a buscarla para ir juntos a escuchar historias de terror al bosque. A pesar de que en un principio se fastidió al verme (me recibió con un álgido "¿qué haces acá?"), luego de unos instantes estuvimos caminando juntos.
Creo que Virginia la pasó bien. Al regreso cruzamos algunas palabras y la noté más animada. Ojalá no me equivoque.

sábado, 12 de enero de 2008

No estoy segura si tenía derecho a preocuparme, pero ayer al mediodía Santiago desapareció del campamento junto con dos amigos. Ya de noche, estaba sentada en las escaleras de mi cabaña cuando cerca de las 9 pm lo vi salir del bosque junto con los otros chicos. Vio de lejos que lo observaba, les hizo señas a sus amigos de que se encaminaran al comedor sin él y se acercó. Se sentó a mi lado y me miró. No dije nada y enfoqué mi mirada en un sector del suelo.

-¿Qué sucede?
-¿En qué estabas pensando? ¿Adentrarte en el bosque sin avisarle a nadie?
-Ni que necesitara permiso, y además.. nadie debe haber notado nuestra ausencia.
-Yo lo noté.- Sin decir más subí los pocos escalones que me separaban de la puerta de la cabaña y entré sin mirar hacia atrás.

Más tarde llamaron a la puerta. Estaba sola leyendo en la cama. Andy, Jenny y Allie habían ido al bosque con el resto del grupo. Me levanté y miré por la ventana. Abrí la puerta bruscamente e intentando sostenerle la mirada pregunté,
-Qué haces aquí?
Santiago carraspeó ignorando mi antipatía.
-Es noche de historias de terror y estaba pensando en que podríamos ir juntos al bosque. Todos los años solemos sentarnos en los troncos caídos en un sector de un claro y escuchamos historias. No quisiera que te lo perdieras.
No dije nada.
-Te aseguro que vale la pena. Además - dijo titubeando- ... si no pasas un buen rato prometo compensarte.
Quería sonreír, pero pude controlarme. Tomé un abrigo y sin decir nada caminé a su lado.

jueves, 10 de enero de 2008

Tal como lo recordaba. El campamento hasta el momento es genial.
Hoy terminamos de planear nuestra "incursión". Si no surge ningún inconveniente, nos vamos a adentrar en el bosque en 2 días más, antes de la noche de historias de terror. El plan es salir antes del amanecer, atravesar la cancha de fútbol y, luego de cruzar cierta espesura, llegar al camino. Desde allí nos dirigiremos al sector del bosque que está próximo a las montañas. Sabemos que es el camino más largo, pero es el más seguro: nadie nos podrá ver.

martes, 8 de enero de 2008

Entiendo que tres días es muy poco para juzgar el campamento, pero no quiero estar más acá. Me aburro terriblemente. No me siento en mi espacio en absoluto, lo cual me incomoda y... Santiago apenas comparte tiempo conmigo. No sé qué pensar. La última vez que hablamos fue ayer antes de cenar y después sólo cruzamos algunas miradas. Creí que iba a ser diferente. Creí que el plan era pasar el verano juntos. Quiero que él entienda que me siento sola. Probablemente si lo supiera no actuaría así.

domingo, 6 de enero de 2008

Desayuné rápido para escribir un poco de nuestro primer día. Ayer pasé a recoger a Virginia por su casa a las 9 am para ir a la estación de buses. Pensé en ofrecerme a llevar su maleta más grande pero cuando la vi tuve que desistir... ¡era muy pesada! Para no quedar (tan) mal cogí un maletín más pequeño, que de liviano no tenía nada...
Al llegar a la estación de buses me sentí aliviado porque pude, al fin, poner los equipajes en el suelo. Creí que las dos horas de viaje iban a ser aburridas; sin embargo, me entretuve tanto hablando con Virginia que dejé de estar pendiente del tiempo y el viaje se me hizo demasiado corto. No sabía que ella era tan espontánea. Me encantó eso.
Cuando llegamos, me encontré con unos amigos y les presenté a Virginia. Mientras ella cruzaba unas cuantas palabras con algunos de ellos, dijeron que era mejor que fuéramos a elegir nuestra cabaña para que pudiéramos estar todos en la misma. Le indiqué a Virginia hacia dónde tenía que ir para encontrar las cabañas de mujeres. Por un segundo creí que me iba a preguntar si podía acompañarla, pero dio media vuelta y se encaminó a las cabañas de chicas.
El resto del día pasó rápido. Estuve hablando con mis amigos sobre todo lo que habíamos hecho durante el año. Estábamos tan entretenidos escuchando las historias de otros que seguimos hablando después de la cena, hasta que uno por uno, ya en nuestra cabaña, nos empezamos a quedar dormidos.

sábado, 5 de enero de 2008

Lo primero que pensé al despertarme fue "¡al fin llegó el día!". Ya tenía todas mis cosas empacadas, por lo que sólo debía ducharme y esperar a que Santiago me pasara a buscar. Cerca de las 9 golpearon en la puerta. Recibí a Santiago con 5 maletas y un bolso de mano. Indescriptible la expresión de su cara cuando vio la cantidad de equipaje que llevaba.
Mientras nos encaminábamos a la estación de buses Santiago me contó de campamentos de veranos anteriores. Al llegar nos sentamos a esperar el próximo bus. Las dos horas de viaje parecieron mucho menos. Me entretuve tanto que perdí la noción del tiempo y antes de darme cuenta ya habíamos llegado. Al entrar al campamento unos amigos de Santiago vinieron a recibirnos. Luego de presentarme, Santiago me indicó dónde quedaban las cabañas de chicas. Me hubiera gustado que me acompañara, pero se lo veía muy ansioso por estar con sus amigos. Golpeé en una de las cabañas y una chica de pelo castaño, largo por la cintura abrió la puerta y me invitó a pasar. Soy Andy, me dijo antes de indicarme la última cama libre. Apoyé una maleta sobre el acolchado y me senté. Se acercaron dos chicas más: Allie y Jenny; entre las cuatro acomodamos nuestras cosas y decoramos la cabaña. Me divertí muchísimo, no esperaba que fuera tan fácil hacer amigas.
A la noche hubo una cena de bienvenida. Vi de lejos a Santiago hablando con sus amigos por lo que no me acerqué. Decidí sentarme al lado de Andy y dejar de pensar en él. Cuando terminamos de cenar, Andy y Jenny me mostraron la cabaña central. En la sala de estar hay dos computadoras, lo cual me sorprendió. No creí que pudiera seguir publicando en el blog desde el campamento.
Estoy cansada, debería acostarme. Último pensamiento del día: estoy algo decepcionada, creí que pasaría más tiempo con Santiago. Quizás no me habló desde que llegamos porque está demasiado entusiasmado poniéndose al día con sus amigos.

viernes, 4 de enero de 2008

martes, 1 de enero de 2008

Cuando no pude esperar más que el día acabara, salí un momento para tomar aire fresco y me sorprendí al ver que Virginia estaba afuera también. Al verme me saludó. Cerré la puerta de mi casa silenciosamente, fui a sentarme a su lado y nos quedamos en silencio. Luego de unos pocos minutos, en que el silencio se volvió incómodo para mí, la alarma de su reloj interrumpió mis pensamientos e inmediatamente el cielo se iluminó por los fuegos artificiales. Mirábamos el cielo, y entonces volteé para verla, respiré profundo y me acerqué a ella para darle un beso en la mejilla. Ella me miró durante unos instantes y luego se apoyó en mi hombro. Sonreí, aunque traté de evitarlo por miedo de que ella se diera cuenta. Continuamos juntos aun cuando los fuegos artificiales se habían extinguido. Cuando escuché que se abría la puerta de mi casa supe que, aunque no quería, debía irme. Luego de entrar a mi casa, vi por una ventana que Virginia entraba en la suya y como, a continuación, las luces se iban apagando una por una.
No había imaginado comenzar el año de esa manera, sólo puedo describirlo como.. perfecto. Eran cerca de las doce, me aburría terriblemente sentada en la mesa del comedor mirando el reloj sobre la pared, esperando que pasaran los pocos minutos faltantes. Estaba segura de una sola cosa y no dejaba de pensar en ello: este nuevo año quería, más que nada, conservar lo que había logrado con Santiago en los últimos meses; quería.. ser su amiga. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan cómoda con alguien y no estaba dispuesta a perderlo.
Y al no poder tolerar más el sonido de las agujas del reloj, me levanté y abrí la puerta de entrada. Salí sin cerrarla y observé desde el porche lo despejado que estaba el cielo. Inconscientemente recuerdo haberme mordido el labio inferior, una de mis tantas costumbres que reflejan mi ansiedad. Unos pocos segundos después noté que la puerta de la casa vecina se abría. Vi salir a Santiago y sonreí. Se acercó y nos sentamos en las escaleras sin decir nada. La alarma que había programado para medianoche interrumpió el silencio y una lluvia de fuegos artificiales dominó repentinamente la noche. Miré hacia arriba deslumbrada, pero lo que más me sorprendió fue que Santiago me diera un beso en la mejilla. Dejé de observar el cielo para mirarlo a los ojos. Sonreí de nuevo y sin pensarlo dos veces apoyé mi cabeza sobre su hombro.