lunes, 18 de febrero de 2008

Hoy, aburriéndome demasiado en mi habitación… decidí superar el hecho de que Santiago esté desaparecido y salí a caminar escuchando música. A las pocas cuadras me detuve en una librería de libros usados que me encanta. Siempre que necesito despejarme voy ahí, hay algo en el ambiente que me relaja. Habían pasado menos de diez minutos cuando decidí irme. Increíblemente ni siquiera ese lugar que sentía tan mío podía hacerme sentir mejor. No terminaba de entender qué era lo que me amargaba tanto. Sin dudas me molestaba que hubiera desaparecido sin avisar, pero por otro lado.. supongo que hasta hoy me sentía (más) importante para él. Quizás era una cuestión de orgullo lo que me tenía de malhumor; no podía estar extrañándolo..
Prosigo: Salí de la librería y seguí caminando. Estaba llegando al centro cuando alguien me tocó el hombro mientras miraba la vidriera de un local de música. Miré hacia mi derecha y me sorprendió ver una cara desconocida. Últimamente me había acostumbrado a ver siempre a la misma gente viviendo en un pueblo tan chico. Me quité los auriculares para saludar al chico parado a mi lado. Tenía unos ojos… perfectos. Eran de un verde intenso en los que me perdí por unos segundos. Tenía una mirada definitivamente seductora, tan intensa que definitivamente me olvidé de Santiago por un momento. Ojalá hubiera durado más, no tardé en volver a sentir esa amargura que me invadía hacía días.
-Disculpa, ¿cómo te llamas?
Su voz también era perfecta, tan perfecta que sentí nervios al responderle.

Damián. 17 años. Estudiante del último año de secundaria. Futuro compañero. Alto, pelo castaño claro, casi rubio. Ojos de un verde increíble. Quedamos en salir mañana, voy a hacerle de guía por el pueblo, después de todo me sentí algo identificada con su historia. Chico nuevo, chica ya no tan nueva.. no suena mal. En este momento necesito distraerme para dejar de pensar en Santiago, y Damián parece la perfecta distracción..

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