sábado, 2 de febrero de 2008

No me atrevía a despertarla. ¿Qué le iba a decir? ¿Virginia, estás durmiendo sobre mi hombro? Bahh.. Luego de pensar y pensar, decidí relajarme. Trate de dormir yo también, pero no pude. Aunque había planeado dormir en el viaje de vuelta por el cansancio acumulado de todo el mes, no tenía ni un poquito de sueño. Con ella durmiendo sobre mi hombro... no sé, simplemente no podía dormir.
Afortunadamente, Virginia se despertó justo al llegar a nuestra parada. Mientras se estiraba, todavía con los ojos cerrados, me preguntó si había pasado algo. SÍ HABÍA PASADO ALGO. Sin estar seguro si era una pregunta indirecta o no (estaba alucinando, lo sé) le dije que no, que no había pasado nada.
Luego de eso, caminamos hasta la casa de Virginia. Y, hasta el segundo en que cerró la puerta, quise decirle para vernos al día siguiente. Supongo que la llamaré o le gritaré por la ventana... lo último mejor no: su padre puede ser quién escuche mis gritos..

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