sábado, 17 de noviembre de 2007

Sábado. Son las 9:27 am según mi reloj…acabo de levantarme. Ayer di el paso correcto para tener que rendir biología en vacaciones. No pude responder casi nada en el examen, pero esta vez no fue mi culpa…al menos no directamente.

El jueves, luego del examen de física, vi a Virginia un poco decaída. Pensé que se le iba a pasar, pero al salir (mientras hablaba con unos amigos sobre el viaje que planeamos para vacaciones) la vi caminando sola. Me despedí de ellos y fui tras ella para preguntarle qué tal le había ido en el examen. Débilmente me dijo “bien”. Me devolvió la pregunta y le tuve que decir la verdad: “No me fue extraordinariamente…pero sí apruebo”.

El silencio se instauró en nosotros luego de saber cómo nos había ido ese día. Traté de hablar, pero antes de abrir la boca me decía interiormente que mejor debía permanecer callado. Me sentí muy incómodo con el silencio, y fue por ello, que sin pensarlo mucho, la agarré de la mano y empecé a correr. Decidí llevarla al lago para que se le suba el ánimo, no me gustó verla triste.

Cuando llegamos, nos sentamos en el muelle mirando el agua. Estuvimos hablando animadamente hasta que empezamos a discutir.

-Santiago-, me preguntó, -¿por qué no hablamos así en el colegio?-

-No seas exagerada-, le dije, -en el colegio sí hablamos.-

Me miró disgustada mientras me decía que desde que me contó lo de su mamá no habíamos cruzado más de dos oraciones seguidas.

-Escucha Virginia-, le dije tratando de tranquilizarla, -es por eso que te traje acá, para poder hablar lo que no hemos podido hablar en el colegio.-

No sé si lo dije mal o ella se lo tomó erróneamente. El hecho fue que Virginia (muy enojada) se paró mientras me preguntaba si sólo era su amigo cuando estábamos solos, lejos de las miradas de otros. Negué eso rotundamente, pero ya no me estaba escuchando.

No pude reaccionar rápidamente cuando vi que resbaló. Tampoco pude aguantar mi risa cuando oí su grito mientras caía al agua. Aún tratando de no reírme; me agaché y le ofrecí mi mano para ayudarla a subir y Virginia, sin mirarme, estiró su brazo para alcanzarla. Pude notar una sonrisa en sus labios, y cuando estuve en el agua luego de que me jalara, entendí el por qué de su gesto de felicidad.

Me enojó mucho que hubiera hecho eso, pero entendí que lo había hecho de buenas intenciones, así que me relajé y simplemente empecé a nadar. Quise nadar por poco tiempo porque me preocupó que Virginia se enfermara o algo así, pero al verla feliz, nadando también, decidí quedarme un poco más.

Yo salí antes que ella, me quité la campera que tenía puesta y la extendí esperando que se secara aunque sea un poco.

Volvimos completamente mojados, yo con mucho frío porque Virginia se puso mi campera (la obligué).

Llegué a mi casa cuando ya estaba oscureciendo. Tomé una ducha antes de sentarme a estudiar biología pero fue inútil, no pude concentrarme. Me reía solo recordando la caída de Virginia y su astucia para jalarme... y lo bien que la pasé esa tarde.

A la hora de la verdad, en biología, pasó lo que tenía que pasar. Lo poco que respondí no creo que haya sido suficiente. En fin, dentro un rato tengo que ir al colegio para ver mis resultados.

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