viernes, 2 de noviembre de 2007

Me habían invitado a una fiesta cerca de un lago. No tenía la menor intención de ir hasta que Jenny me preguntó en el colegio -delante de todos- si iba. Me sentí muy obligada a decir que sí... luego se me ocurriría alguna excusa para no ir. Era viernes, y si sobrevivía a la semana mi premio era caminar en pijama por la casa con una taza de capuchino y mirar películas recostada en mi cama hasta que me venciera el sueño. Apenas llegué a mi casa me preparé un café y estaba eligiendo una película para la noche cuando un sentimiento de culpa me invadió por completo. Quizás mi actitud no era la mejor si deseaba hacerme amigas. De todas formas nunca me sentí identificada con las chicas de mi curso, pero no soy quien para juzgarlas si no me doy la oportunidad de conocerlas. Subí a mi cuarto lo más rápido que pude, cerré la puerta y miré mi placard. Supongo que pasé más de una hora y media buscando entre mi ropa algo que pudiera usar, porque cuando me decidí por un par de jeans y una de mis remeras favoritas.. estaba oscureciendo

Salí de la casa y me crucé con mi papá en el porche. Hacía dos días habíamos tenido una pelea importante y todavía seguíamos sin hablarnos. Hubo un silencio incómodo. Lo saludé, pero no me contestó. Entró a la casa y cerró la puerta sin mirarme. La noche pasó lenta. Estaba triste y molesta. Quería salir corriendo. Más sola no podía sentirme. Mis compañeros habían encendido una fogata y me alejé. Fui a sentarme en el muelle y miré el agua fijamente. Me pregunté si alguien notaría mi ausencia. No habían pasado cinco minutos cuando Santiago se acercó. Nos miramos y supe que él sabía que yo no quería estar ahí. Se sentó a mi lado, ninguno habló. De pronto lo entendí. Necesitaba hablar con alguien. El único contacto que mantenía con mis amigos era vía mail, tenía que decir lo que sentía a alguien real. Lo miré y dejó de observar el movimiento del agua para concentrarse en mí. Separé mis labios para decir algo, pero me arrepentí y cerré la boca al instante.

-Estabas tan cerca.- dijo desilusionado. Me reí y él también.

-No sé que decir.

-¿Por qué te alejaste del grupo?

Levanté mis hombros y los dejé caer con un suave movimiento.

-No tienes que decirme qué sucede si no quieres.

Creí que había vuelto a mirar el agua, pero su mirada todavía me envolvía. Por primera vez en mucho tiempo no dudé de alguien. Quería ser completamente sincera con él. Algo más fuerte que confianza se apoderó de mí y las palabras fluyeron cada vez con más facilidad. Hablé con un chico que poco conocía sobre un tema que había ocultado durante demasiados años: mi mamá. Todavía a mí me costaba creer que me hubiera abandonado. Le conté que apenas tenía memorias de ella, que mi papá fue quien me crió y lo mucho que me dolía estar peleada con él, porque en este momento no tenía nadie más con quien hablar. Deseaba tanto que ella todavía estuviera. Por alguna extraña razón no sentí rencor al pensar en lo mucho que siempre la necesité.

Una lluvia suave nos empezó a cubrir y me levanté para regresar, pero él fue más rápido que yo y antes de que diera el primer paso me tomó decidido de ambas manos, se acercó y me susurró al oído que siempre iba a estar para escucharme cuando necesitara a alguien. Luego me soltó con delicadeza y mis brazos cayeron atónitos a mis costados. Caminamos en silencio y de prisa. Me acompañó hasta la entrada de mi casa y luego de besarme en la mejilla se despidió sonriendo.

No hay comentarios: