Jueves por la tarde, tengo tanto que contar! Antes que nada un informe de la semana: el lunes rendí bastante bien matemática.. no era muy complicado el examen. El martes me fue excelente (inglés), el miércoles tuve geografía… tengo que admitir que no me fue del todo bien, y hoy rendí física.. podría haberme ido mejor.
Ahora sí, gran relato de esta tarde!: Apenas sonó el timbre busqué unos libros de mi casillero y salí del colegio. Estaba algo preocupada por biología (nunca fue mi fuerte). Santiago estaba en la entrada con sus amigos. Intenté no mirarlo. Caminé hacia mi casa. Había dado tan sólo unos pasos cuando Santiago apareció a mi lado. Me preguntó cómo me había ido en el examen. Me sorprendió su actitud, no esperaba ese interés de su parte. Le contesté que bien en un tono de voz algo apagado y le devolví
Me costó reconocerlo de día. Era el mismo lugar de la fiesta de hacía unas semanas. Fuimos hasta el muelle y nos sentamos. Creí que la conversación sería incómoda, pero fluyó como nunca antes. Sentí que lo conocía desde hacía años. Era tan simple, tan fácil estar juntos y hablar.
Pero… era evidente que ese momento no podía ser tan perfecto. Cuando surgió el tema de por qué estábamos allí, de por qué nunca hablábamos en el colegio, Santiago me dio a entender que no hablaba conmigo en público porque sólo era su amiga cuando estábamos solos. A eso le siguió una pelea, y antes de darme cuenta, cuando me paré mientras discutía, me resbalé y caí al lago. Afortunadamente el agua no estaba fría.
Santiago dejó de reírse en cuanto vio mi expresión. Se disculpó al instante y me ofreció su mano para ayudarme a subir. No lo llamaría astucia, de hecho fue bastante inmadura mi acción: tomé su mano y lo tiré al agua conmigo. Después me arrepentí, pero nos divertimos tanto nadando que mis preocupaciones desaparecieron… al igual que mi sentido del tiempo.
Pasaron horas hasta que volvimos. Se había hecho de noche, estábamos empapados y ante el riesgo de que me enfermara Santiago me prestó su campera. Caminamos sin hablar y nos despedimos en la entrada de mi casa. Me sonrió y le devolví
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