domingo, 11 de noviembre de 2007

Sábado

Creo escuchar voces. Hmm. Abro los ojos muy lentamente. La luz me ciega por completo. Pestañeo hasta enfocar la vista. Miro el reloj despertador sobre la mesita de luz: 11:57 a.m. Mis ojos dejan de estar entrecerrados y se abren por completo. Perdí definitivamente la mañana entera!! Quise gritar! Odio dormir tanto! Intenté incorporarme del todo pero mis energías eran más bajas de lo que creía. Salí de la cama y fui directo a ducharme. Nada mejor que una ducha para despertarme. Ignoré a mi papá hablándome y me encerré en el baño. Luego de una ducha bastante corta para mi sorpresa, me cambié y me disculpé con mi papá. Intenté decidirme entre desayunar o esperar al almuerzo mientras salía pensando al porche. Me senté en las escaleras mirando hacia el suelo. Un minuto, dos minutos, noté unas zapatillas llenas de tierra en medio de mi vista. Miré hacia arriba y lo vi, ahí estaba. Pensé en preguntar qué hacía en mi casa, pero tras una corta reflexión deduje que sería descortés. Murmuré un simple “hola” de mala gana. En ese momento me arrepentí de haber demostrado mi malhumor. Presentí que el día podía ser mejor de lo que esperaba. Quizás Santiago me invitara a algún lado, quizás pudiera pasar un tiempo con alguien esa tarde. Sentí una gran necesidad de estar acompañada. Pero no, de hecho, mi tarde fue bastante solitaria. Santiago me pidió prestado mi manual de matemática para sacarle fotocopia a las páginas que necesitaba. Rendíamos el lunes y estaba bastante ansioso. Pensé en acompañarlo, pero no me animé. Subí a buscar el libro y bajé unos minutos después. Mi cuarto no estaba precisamente ordenado así que tardé en encontrarlo. Lo observé alejarse mientras me invadía cierta angustia. Me sentía tan rara. Entré en la casa y me encerré en mi habitación con Maddie a ver películas toda la tarde. Quería que el día terminara cuanto antes, pero no pude dormirme hasta las dos y media de la mañana del domingo.

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