sábado, 6 de octubre de 2007

Sábado: temprano, muy temprano. Acaba de salir el sol. Estaba esperando un poco de luz antes de salir a caminar. Leí que los senderos pueden ser engañosos así que conseguí unos planos y mapas de los alrededores. Los guardé en mi mochila junto con mi cámara de fotos, una botella de agua y un abrigo por si refresca. Salí de la casa y respiré profundamente. Miré a ambos lados del camino y decidí verificar el mapa una vez más (estaba nerviosa!).

Llegué a la entrada del bosque y me interné entre algunos arbustos. Empecé a caminar por un sendero de tierra que parecía seguro. Al rato no tenía idea de dónde estaba. Completamente perdida seguí dando vueltas hasta notar un chico dormido contra un árbol. Quise despertarlo, pero no me animaba: era el chico de mi clase que había caído al suelo el otro día. Tenía miedo de que se enojara o algo por interrumpirlo, así que me quedé a lo lejos, pensando qué hacer por más de 20 minutos. Al final me acerqué, me arrodillé a su lado y noté unos dibujos sobre el suelo. Los tomé y al parecer el movimiento lo sobresaltó. Lo primero que se me ocurrió fue halagarlo por lo bien que dibujaba, pero reaccionó bastante mal. Salí corriendo por la vergüenza, me persiguió, tropecé y me vi obligada a aceptar su ayuda. Nos sentamos a hablar para contarnos sobre nosotros… y para que mi rodilla descansara. Se llama Santiago, también cumplió 17 años hace poco y le gusta mucho dibujar, aunque sea en secreto. Me contó que siempre que quería despejarse iba a ese lugar del bosque, y cuando mencionó que se hacía tarde dije que lo acompañaba al pueblo (no quería mencionar que me había perdido, me sentí inútil).

Volvimos caminando juntos, pero apenas hablamos. Me puse triste, quería que compartiera más de su historia conmigo. Como la situación se tornaba incómoda, se desvió y entró a una tienda del centro comercial. Yo me volví sola y más tarde lo vi llegar a la casa. Me escondí, porque noté que desde afuera miraba hacia mi cuarto. Quería volver a hablar con él, pero no presentí que estuviera muy interesado en conocerme. En fin, no iba a insistir, ni siquiera sabe que somos vecinos.

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